23 julio 2008

LA NEGOCIACIÓN QUE NO FUE

1ª PARTE: LA FORMA
(En horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro)

Una vez apaciguado, de momento, el devastador bombardeo de circulares con el que nos están machacando quienes ponen el pecho para recibir medallas y felicitaciones varias por todo lo que, según ellos, han conseguido para los trabajadores gracias a su tenaz trabajo y a su eficaz, a la par que discreta, capacidad de convicción sobre la dirección de la Caja (queda claro que la modestia no cuenta a la hora de establecer ciertas estrategias de marketing sindical) convertida de repente en una especie de congregación franciscana “que da todo a cambio de nada” (sic), la CSI quiere exponer lo que, en torno a esta llamada negociación, nos ha tocado experimentar de forma directa.

UN CALENDARIO CLARIFICADOR

Como ya hemos informado, se nos convoca a una primera reunión con la dirección con fecha 24 de junio. En ella se nos informa someramente de lo hablado en otras reuniones con varios sindicatos (a los que no se identifica) y se cumple con la obligación legal de convocar a todos los sindicatos previamente a la firma de un acuerdo. Por nuestra parte, manifestamos la necesidad ineludible de que la dirección (que, no olvidemos, es la absoluta responsable de la situación en la que nos encontramos) diese una serie de pasos como condición previa a cualquier negociación. Estos pasos incluían el cumplimiento de acuerdos previamente firmados por esta dirección que ella misma estaba incumpliendo de forma flagrante.

La dirección nos convoca para una reunión con fecha 2 de Julio. En dicha reunión se nos informa con más precisión de alguna de sus propuestas y, por nuestra parte, volvemos a reiterar la necesidad del cumplimiento de acuerdos previos y de la reposición de los compañeros cesados y trasladados a raíz del conflicto pasado.

Al día siguiente de la reunión (3 de julio), la dirección nos remite por Lotus la fórmula que propone para el cobro de la paga de beneficios de marzo, a la vez que nos convoca para otra reunión para el viernes 4 de julio. Por nuestra parte respondemos que debemos estudiar la oferta de la dirección y que nos parece muy precipitada esta última convocatoria, por lo que estaríamos dispuestos a reunirnos a partir del miércoles siguiente.

Ese mismo jueves 3 de Julio (a las 13:56), la dirección nos comunica que, al día siguiente, estaría en condiciones de hacer entrega de un documento con su propuesta definitiva, “todo ello con el objetivo de evitar demoras injustificadas en el proceso negociador”(sic). Recordemos que según la dirección y algunos sindicatos, llevan negociando desde octubre del año pasado, por lo que no entendemos bien esa referencia a “demoras injustificadas en el proceso negociador”.

Esa repentina prisa no solamente acucia a la dirección sino que, en un esfuerzo suponemos coordinado entre unos y otros, los futuros firmantes emiten varias circulares (o distintas versiones de la misma circular) con fecha 3 de julio en la que, esforzándose para que no coincidan los titulares, unos hablan de “principio de acuerdo y otros de “cercanía a un principio de acuerdo”.

Tan cierta es esta cercanía, que la dirección nos remite, a las 13:42 del viernes 4 de julio, un correo en el que indica textualmente:

“Tal como les decíamos en el correo adjunto remitido en el día de ayer en cuanto a la disposición de poder hacerles entrega de un documento con la propuesta definitiva de la Empresa para tratar de alcanzar un acuerdo y ante la no asistencia por Vds. a la reunión del día de hoy, adjunto les remitimos propuesta definitiva de condiciones que la Empresa estaría dispuesta a suscribir en acuerdo al efecto.
Esta propuesta está siendo entregada a todos los representantes de los trabajadores.
Se les concede como plazo máximo para su aceptación a las 9:00 horas del día 7 de julio de 2008, momento a partir del cual la Empresa comunicará a toda la plantilla de la Entidad el resultado de las negociaciones que se han venido manteniendo.”

Curiosamente, a pesar de que la dirección estaba, según sus propias palabras, entregando su propuesta definitiva (la primera vez que, por lo menos CSI, teníamos algún tipo de propuesta escrita) durante las últimas horas de la mañana del viernes 4 de julio, ese mismo día ya se estaba firmando dicho acuerdo por parte de una dilatada retahíla de variopintas representaciones sindicales.

En los más de 8 meses que han mediado entre la firma del Convenio Estatal y la firma de este acuerdo los trabajadores de la Caja no hemos conocido en ningún momento las propuestas en firme de la dirección, ni hemos sido informados de los avances y retrocesos de la supuesta negociación, ni hemos sabido en que momento pasó a considerarse una conquista para los trabajadores la propuesta de aperturas de otras tardes a cambio de algunos jueves, que rompe las ideas mantenidas hasta ahora de que “el melón de la jornada no se abría de ninguna de las maneras” y de que había que ir ganando paulatinamente tardes los jueves para llegar a la eliminación total del trabajo en horario de tarde. Solamente, en los últimos tiempos, antes del insólito sprint final, hemos sido informados de que había “acercamientos”(sic) entre dirección y los futuros firmantes. Como vemos, de dichos acercamientos y, por aquello de que el roce hace el cariño, ha nacido una estrecha relación entre unos y otros que hace que, obnubilados por el lado romántico de todo comienzo, algunos parezcan haber perdido el sentido de la medida y de la proporción.

Como es fácilmente entendible, CSI se niega a participar en este teatrillo que los trabajadores de la Caja ya hemos vivido en otras ocasiones, aunque con alguno de los papeles cambiados.
Pensamos que llamar negociación a este tipo de maniobras entre bastidores por parte de la dirección y algunas cúpulas sindicales (ayer con unas siglas, hoy con otras) significa defraudar las expectativas de los trabajadores a los que representamos.


Aunque proximanente desarrollaremos nuestro análisis sobre el limitado alcance de este Padre (Putativo) De Todos Los Acuerdos, hay varias reflexiones (pertinentes o impertinentes, pero necesarias en todo caso) que deben plantearse:
  • Aunque este acuerdo fuese el doble de positivo de lo que dicen sus múltiples y variopintos firmantes, no significaría ni una décima parte de todo lo que, en condiciones laborales y salariales, en posibilidades de promoción y en respeto a nuestra dignidad de trabajadores y de personas, nos lleva arrebatado esta misma dirección a la que ni siquiera se le exige que cumpla los acuerdos firmados por ella misma. Por lo tanto, menos entusiasmos sindicales, que todavía nos queda mucho (unos 20 0 25 acuerdos como éste) por recuperar para llegar a como estábamos el año I de la era Menéndez (año 1995 del calendario gregoriano).
  • El argumento recurrente sobre lo positivo que resulta que, debido al conglomerado de firmas conseguidas por la dirección, este sea una acuerdo de eficacia general y no de eficacia limitada, evitando así el problema de la adhesión o desadhesión de los trabajadores es una burda falacia que pretende ocultar que, para poder establecer una modificación de horario como resulta la apertura en tardes que no sean de jueves, que es lo quería y ha conseguido la dirección, el acuerdo ha de ser forzosamente de eficacia general.
  • Otro de los argumentos que resultan un insulto a la inteligencia de los trabajadores consiste en la afirmación (escrita incluso) por parte de los firmantes, con un sentido de la propia importancia bastante desmesurado, acerca de que, todo lo, según ellos, conseguido, se debe al trabajo que ellos mismos “han venido desarrollando desde el día siguiente a la firma del Convenio Estatal”. Hay que tener cuidado con el empleo de este tipo de manidas expresiones, que podrían llevar a la deducción (errónea desde nuestro punto de vista) de que todo lo que perdimos hasta ahora se debería, utilizando esa misma lógica, a que algunos han estado vagueando durante los últimos años. Lo que, con unos escasos veinte duros (0,60 euros al cambio) de materialismo dialéctico resulta meridiano es que, ante la imposibilidad de utilizar ahora los ingentes beneficios como método de callar cualquier crítica, ante una crisis que nos está golpeando duramente y que pone en entredicho un modelo de gestión cuyo Responsable Máximo debe someterse a mediados del año que viene al proceso de renovación de su actual cargo, nada mejor en estos azarosos momentos que poder publicitar la firma de este tipo de acuerdos que, sin poner arreglo a los múltiples desaguisados que venimos padeciendo, permiten vender la idea de unas relaciones laborales normalizadas y una plantilla que vive en el mejor de los mundos laborales posibles gracias a un equipo directivo de acusado talante negociador. Para finalizar, unas preguntas:
La mareante cantidad de circulares que, con distintas siglas y los mismos argumentos, están publicando los abajofirmantes después de abajofirmar,

¿No deberían haber sido publicadas antes de la firma?.

¿No tenemos derecho los trabajadores que no formamos parte de la pomada directivosindical a conocer lo que, en nombre de todos y para aplicación a todos, se va a firmar?.

¿No debería haberse convocado una Asamblea de Trabajadores previa a la firma para informar de la propuesta de la dirección y recabar nuestra opinión acerca de ella?.

Próximamente:
2ª PARTE: EL FONDO
Mucho ruido y pocas (casi ninguna) nueces

23 de julio de 2008