26 abril 2018

Traslados, mentiras y videoconferencias: Continúa el sindiós de Liberbank



Terremoto en las oficinas, presentación de resultados, epístola a los creyentes (y, sobre todo, a los crédulos) del Consejero Delegado….

Traslados, mentiras y videoconferencias:
Continúa el sindiós de Liberbank

Hay una frase célebre (atribuida a Churchill) que intenta explicar la permanente situación de conflicto de la región balcánica: “los Balcanes producen más historia de la que pueden digerir”

Análogamente, podríamos resumir el permanente estado de zozobra y cabreo en que nos encontramos la siguiente frase: “El Consejero Delegado de Liberbank produce más mentiras de las que los trabajadores podemos digerir sin intoxicarnos gravemente”

El martes pasado, con la alevosía habitual y sin previo aviso, se comunicaba a decenas de compañeros de las oficinas de Asturias el cambio de destino y, en muchos casos, el cambio de denominación de su puesto, que pasaba a ser Gestor Operativo, sin aclarar si dicho cambio llevaba consigo alguna modificación negativa en el salario (esperemos que no, obviamente).

En algunos casos, este traslado llegaba al límite de los 25 kilómetros, una clara represalia que, aunque tampoco ha sido aclarada (estos compañeros, tal vez como compensación, se han ahorrado la patética llamada del jefe de zona para venderles un supuesto futuro luminoso dentro de una supuesta carrera profesional espectacular) pero que parece tener que ver con la utilización de los PPC como herramienta de castigo, justo lo que los directivos de Liberbank habían manifestado, incluso ante la Inspección de Trabajo, que no iba a ocurrir. (se confirma que los directivos de Liberbank, desde el primero hasta el último, mienten igual que orinan: con soltura, con finura y sin descomponer la figura).

Ayer miércoles, se efectuó la presentación de resultados de la entidad. Como es público y notorio, la contabilidad creativa y la falta de decoro permite no sólo presentar resultados positivos o negativos cuando más convenga a los planes de la alta dirección, sino incluso presentar resultados que sean positivos (gracias a la gestión del Consejero Delegado) y negativos (para aplicar recortes a los trabajadores) a la vez.

Sentada esa premisa que define este tiempo de pillaje que nos toca vivir, la semana pasada, el abogado de la dirección aullaba en la Audiencia Nacional sobre la lastimera situación económica del banco (“deme algo, primo”) que impedía pagar lo que se nos había descontado ilegal e inmoralmente con el primer ERE fraudulento y, ayer, se anunciaban unos resultados de 29 millones de euros después de impuestos en el primer trimestre.

También ayer, al trajín habitual del primer día de pago de pensiones se sumaba la penosa tarea de escuchar la penosa intervención por videoconferencia del Consejero Delegado que, por si alguien tenía alguna duda (no es nuestro caso, obviamente) dejó bien claro que, definitivamente, nos toma por idiotas.

Con la cutre estética habitual de Festival de la Canción de Bucarest 1973 (sólo faltaba el zoom de Valerio Lazarov), la intervención de ayer consistió en la típica cháchara de neoliberal periférico, trufada de ridículos anglicismos para pasmo de papanatas y pueblerinos, en la que, una vez más, la soberbia intelectual (sin base alguna, a nuestro modesto entender) y la absoluta falta de empatía y/o de cualquier mínimo atisbo de autocrítica no hizo más que confirmar lo evidente: estamos en manos de gente que ni sabe, ni quiere ni es capaz de efectuar una gestión mínimamente defendible de una entidad que llegó a sus manos de la peor manera posible (aupados por lo más lamentable de la política y el sindicalismo del régimen en Asturias) y al mando de la cual sólo se ha preocupado de perpetuar su poder y los beneficios que dicha situación le acarrea, mientras, una y otra vez, machaca a empleados y clientes sin ningún tipo de escrúpulo.

En este momento de la circular, visto lo visto, te preguntamos lo siguiente: ¿consideras que lo que dice la CSI es demasiado fuerte (en las formas y/o en el fondo)? ¿piensas que exageramos? ¿opinas que deberíamos decirlo más suavemente? ¿te parece que lo que exponemos no se corresponde a la realidad que estás viviendo? ¿crees que si tirásemos la toalla, nos calláramos o si (cómo desearían tanto la dirección como los sindicatos del régimen) no existiésemos, las cosas te irían mejor como trabajador de Liberbank y como trabajador en general? O, por el contrario ¿eres de la opinión de que, con nuestras evidentes limitaciones, desde la CSI decimos lo que hay que decir y, sobre todo, hacemos lo que hay que hacer en estos amargos tiempos de tropelías financieras y laborales?

Después de este intermedio reflexivo, continuamos.

A las videoconferencias del Consejero Delegado les pasa como a algunas series televisivas: por su argumento (y en este caso, por la novedad) despiertan una expectación que, al cabo de unos pocos episodios, da paso a la decepción y al aburrimiento, por lo que tienen que efectuar algunos giros y algunos cambios en el guion para intentar mantener la audiencia.  

Ayer, el cambio más significativo vino en el turno de “preguntas”, dentro del cual, unos supuestos empleados formulaban supuestas cuestiones que, en realidad eran pases de balón para que el Consejero Delegado rematase brillantemente a puerta (y si no entra el balón, ya se encarga el portero de empujar la pelota para que entre).  

Con la que está cayendo, estos supuestos empleados preguntaban por cosas tan chiripitiflaúticas  y de tan acuciante interés cómo la estrategia a seguir para reducir la tasa de morosidad y las palancas a utilizar para tal fin (¡!).

Extractando este disparatado monólogo disfrazado de preguntas y respuestas, señalar que el Consejero Delegado, según él, respeta las sentencias judiciales (sobre el ERE anulado), que no hay límites ni en número ni en tipología para la transformación de las oficinas en agencias (a la rica oficina bancaria, que me las quitan de las manos), que la nueva expansión, ahora en banca de empresas, es el futuro (como decía de la anterior que resultó un pufo de dimensiones históricas, con muchos puntos oscuros aún sin aclarar), que más que valorar el esfuerzo de los trabajadores había que valorar su buen hacer (quiera esto decir lo que quiera decir) y más y más palabras huecas y altisonantes para no decir nada concreto.

Entre tanta palabrería inútil, se pretendió colar un asunto muy grave: Un supuesto empleado plantea una oportuna (para los intereses del Consejero Delegado) cuestión acerca la injusticia de que dos compañeros que realicen el mismo trabajo tengan salarios distintos.

Ni en la pregunta (ni, obviamente, en la respuesta) se explica que esta situación de disparidad salarial (muy acentuada en Caja de Asturias) se produce gracias a que, desde su llegada en 1995 a la presidencia de Cajastur, la absoluta prioridad del Consejero Delegado de Liberbank (junto con la de pegarse con Loctite al sillón y a las canonjías consiguientes) fue rebajar los salarios de los trabajadores mientras se incrementaba el suyo y que, gracias a la firma de UGT y USO (y con el apoyo de sindicalistas reciclados hoy en otras siglas), los compañeros ingresados después del nefasto acuerdo del 25 de enero de 1999 han sufrido un recorte permanente de su salario (incrementado por la firma de los ERES en la que nuevamente participan como cómplices activos sindicalistas de los de entonces junto con nuevos adherentes a este modelo de traición permanente y al lema “el que venga detrás, que se joda”).

Con aires de fingida preocupación moral, el Consejero Delegado (1.210 euros de salario al día, incluidos domingos y fiestas de guardar en 2017) manifestó no estar de acuerdo con la falta de equidad (así tal cual) en la estructura salarial de Liberbank y que, para remediarla, sería conveniente, una vez integrada CCM, ir hacia un convenio de grupo, siempre que todas las partes estuvieran de acuerdo.

Nuestra amplia experiencia nos dice que la equiparación salarial que pretende el Consejero Delegado de Liberbank consiste en igualar por debajo (lo más abajo posible) el salario de los trabajadores. Él gana lo que gana (todavía no sabemos lo que ganaba en Cajastur cuando era cuestión supersecreta y preguntar demasiado por ella era motivo de despido) porque lo vale y según su propio criterio (como afirmaba en aquellos tiempos de su poder omnímodo) podría y debería ganar más.

Visto este abyecto discurso, que pretende enfrentar a unos trabajadores con otros para que no estemos unidos contra el enemigo común, la pregunta que cabe es la siguiente: ¿están los sindicalistas del régimen de Liberbank (ese grupo humano en constante crecimiento) haciendo ejercicios de calentamiento de muñeca para la firma a toda prisa de un convenio de grupo que recoja las inquietudes del Consejero Delegado acerca de la equidad salarial para, una vez más, vendernos los recortes como garantía de nuestros puestos de trabajo para que, si no lo entendemos a la primera por nuestras carencias intelectuales, lo entendamos con el transcurso de los años?  

Esperemos que no, pero en todo caso, por parte de la CSI, a seguir en la pelea.

Por la cuenta que nos trae a todos.

26 de abril de 2018