18 mayo 2020

Coronavirus: qué fáciles resultan las cosas desde los despachos directivos (en la vida real ya es otro cantar, no tan alegre)


Coronavirus: qué fáciles resultan las cosas desde los despachos directivos (en la vida real ya es otro cantar, no tan alegre)

Dos meses después de la declaración del estado de alarma y de todos los cambios que ha generado la pandemia, es evidente que seguimos viviendo un estado de excepcionalidad que ha modificado de forma radical muchas cosas (y que modificará muchas más, sin duda), entre ellas, lógicamente, nuestras formas de trabajar y nuestra manera de relacionarnos con los clientes.

Como era previsible, estos bruscos y repentinos cambios han requerido un esfuerzo adicional por parte de los trabajadores que, a la ya muy difícilmente tolerable presión habitual en Liberbak, sumamos ahora el incremento de trabajo derivado de los continuos y contradictorios cambios en las tareas de tramitación de los ICO, la intención de hacer del teletrabajo una realidad permanente sin límite horario y sin derecho a la desconexión digital y la tensión derivada del modelo de cita previa (necesario, obviamente) que sufrimos quienes estamos en las oficinas y tenemos que gestionarlo de verdad, con clientes de carne y hueso (empáticos la inmensa mayoría, pero con su pequeña  y muy desagradable cuota de prepotentes y faltones)  y teléfonos que, al contrario de lo que parece pensar la dirección, no se contestan solos.

Todo esto, con el intolerable añadido de la vuelta a los métodos de presión casi gansteriles por parte de los mandos intermedios respecto a la actividad comercial, sobremanera la venta a como dé lugar de fondos de inversión.

Respecto a la situación de las oficinas que siguen abiertas y funcionando, resulta particularmente hiriente que, a estas alturas, la dirección nos envíe una serie de instrucciones acerca del sistema de atención al público que no aportan nada más que confusión al actual protocolo y, sobre todo, a la práctica de nuestro trabajo de la manera más eficiente posible que estamos realizando en condiciones nada fáciles.

Resulta muy patético que algún genio muerto de aburrimiento en alguno de esos despachos a los que no llega ningún virus y, por lo visto, tampoco ningún eco de lo que pasa en la vida real y en el día a día de las oficinas, haya decidido que, porque él lo vale y lo elucubra, el tiempo de atención en caja debe reducirse a cinco minutos y el de asesoramiento debe fijarse en veinte minutos.

Tal vez esta mente privilegiada haya pensado que diez minutos por cliente es un tiempo excesivo que puede dejarnos mucho tiempo libre para pensar maldades, sin reparar en que ya las traemos pensadas de casa.

Maldades como ésta, por ejemplo: ¿No sería mejor que en vez de tantos videos motivacionales (muy supuestamente motivacionales) y tantos mensajes huecos y un tanto farisaicos de la Alta Dirección acerca de lo mucho que nos quieren y de lo bien que lo estamos haciendo todo y de lo heroicos que resultan los ingresos y los reintegros que hacemos (como si esto fuera la defensa de Stalingrado), estuvieran, por una vez y que sirva de precedente, a la altura de las circunstancias, retirando de inmediato los fraudulentos recortes que estamos sufriendo y dieran pasos hacia el desarrollo de una política de relaciones laborales sana y razonable como el cumplimiento inmediato de la sentencia del TSJA que anula la congelación de las bandas salariales de los compañeros ingresados en Cajastur después de 1.999 en base a la demanda de la CSI (qué gente! Siempre incordiando)?

Son muy bonitos el amor y los piropos retrecheros a la plantilla, pero desde que se inventaron el dinero de curso legal y, posteriormente, las transferencias, estos pagos espirituales están muy devaluados (a la altura del real de vellón para ser exactos).

Ya para nota, la idea de que un cartel en la puerta de las oficinas puede disuadir de su intención de ser atendido a toda costa a quien ha llegado hasta ahí en horario laboral resulta conmovedor en su estulticia intelectual y un tanto ofensivo para quienes tenemos que gestionar las distintas situaciones, no todas agradables, que se dan en dichas oficinas ante la actual limitación de acceso (lógica, por otra parte).

En todo caso, ante esta nueva muestra de falta de conocimiento de la realidad que estamos viviendo los trabajadores (o de algo peor, la total indiferencia ante lo que nos suceda), hagamos lo de siempre: nosotros, a trabajar sin dejarnos atropellar ni por la dirección ni por ese pequeño grupo de clientes que se creen con derecho a todo y la dirección, ya que sigue sin corregir su errado rumbo, que nos moleste lo menos posible con sus estrafalarias ocurrencias.

Sea como sea, por nuestra parte, a seguir en la pelea por los derechos y la dignidad profesional y personal de todos los trabajadores.

Como siempre, y ahora más que nunca.

18 de mayo del año de la peste

P.D.: Comprendemos que dar cumplimiento inmediato a la sentencia del TJSA que anula la congelación de las bandas salariales de los compañeros ingresados en Cajastur después del 25 de enero de 1.999 aceptando que la CSI tenía la razón,  significa una confirmación en toda regla de que el sindicalista amarillo representante del Sindicato Amarillo STC en la mesa de negociación de los actuales recortes fraudulentos mentía, no como un bellaco, sino como miente un sindicalista amarillo (categoría moral esta mucho peor que la de bellaco) cuando afirmaba en una circular redactada por Recursos Humanos que con el ERE fraudulento en vigor hasta el año pasado (ese mismo cuyas bondades, según el Sindicato Amarillo STC, íbamos a entender con el tiempo los ignorantes trabajadores de base. Tú, ¿las entendiste? Imagina lo que piensan de ti. E imagina también lo que nosotros pensamos de ellos) ya se habían descongelado dichas bandas y los compañeros afectados ya habían recibido el pago correspondiente.

La CSI dijo que la dirección y el sindicalismo marillo (válgase la redundancia y la repugnancia) mentían.

El TSJA lo confirmó.

La Fiscalía del TS lo corrobora.

Y sin dar nada por sentado, no tardando cabe esperar que el TS va a volver a dar la razón a los trabajadores y a la CSI (hermosa redundancia ésta) frente al atropello de la dirección y la desfachatez de los sindicalistas amarillos.

Por eso, aunque entendemos que el cariño de la dirección por quienes tan bien les sirven no les anime a ponerlos en evidencia haciendo ahora lo que tendrán que hacer de todos modos no tardando, reiteramos nuestra idea de que estas nuevas situaciones necesitan nuevas estrategias y que hay que dejar definitivamente atrás los tiempos del garrotazo y tentetieso al trabajador.

A los sindicalistas amarillos, mientras puedan seguir atechados como hasta ahora, no les importa ser puestos en evidencia en sus traiciones y sus mentiras.

Entre las múltiples virtudes que seguro que atesoran estos dizquesindicalistas (no se nos ocurre ninguna ahora mismo, pero seguro que las tienen) no figura, tampoco, la coherencia.

Por eso, la dirección debe dejar de apoyarse patéticamente en las mentiras de estos personajes y, haciendo de la necesidad virtud, retirar ese recurso al Tribunal Supremo que no va a conseguir nada y dar un respiro (y que no sea el último) a la parte más maltratada de una plantilla muy maltratada en su totalidad. 

Esperemos, con ese sano escepticismo fruto de tantas experiencias amargas que nos caracteriza, que así sea.

Seguiremos informando.