21 enero 2010

CABALLOS DE TROYA


CONTRA LA PRIVATIZACIÓN DE LAS CAJAS
Caballos de Troya


El proceso de privatización de las Cajas de Ahorros supone un cambio radical en el panorama económico que beneficia a los grandes grupos bancarios tanto por eliminación de la competencia como por la posibilidad de achatarrado, desguace y venta al por menor (y a precio de amigo) de los despojos de las Cajas, previo saneamiento y recorte de plantilla con cargo al erario público.

Este futurible que describimos no es fruto de ninguna alucinación ideológica ni forma parte de ninguna apocalíptica profecía, sino que constituye el ABC de todos los procesos privatizadores conocidos, matizados cada uno con la situación concreta del país y del momento político en que se lleva a cabo. Otro factor común a todas las oleadas privatizadoras es el beneficio obtenido por quienes, desde dentro de las propias empresas a privatizar, se ocuparon de preparar el terreno para la privatización aprovechándose del poder, la influencia y la información privilegiada que manejaban como altos directivos de estas compañías.

Desde los burócratas soviéticos expertos en planes quinquenales y marxismo-leninismo de cartón piedra reconvertidos en propietarios de inmensos emporios económicos a los supuestos expertos en economía (catedráticos de universidad pública sin experiencia laboral alguna en el mundo real, expolíticos profesionales fracasados, válgase la redundancia, y gente de parecido currículo) derivados en empresarios de alto nivel previo paso por la dirección de empresas públicas o semipúblicas posteriormente privatizadas, hay toda una serie de variantes del prototipo de Caballo de Troya de la privatización, cuyo factor común es el desmesurado beneficio económico y social obtenido gracias a su labor de zapa en el interior de las empresas a privatizar.
Dentro del sector de Cajas en nuestro país, llevamos años sufriendo la gestión de una serie de directivos que, lejos de poner en valor la exitosa trayectoria centenaria de nuestras entidades y nuestro modelo de relación con los clientes y con la sociedad en la que desarrollamos nuestra labor, han apostado por la “bancarización” de las Cajas, tomando como paradigma de eficacia el de nuestra directa competencia y preparando el terreno para un proceso de privatización a mayor beneficio de esos bancos a los que tanto admiran.

Sin ir más lejos, en nuestra propia Caja llevamos años inmersos en una serie de transformaciones que nos acercan, para mal, al sistema de gestión de esos bancos de los que, según nuestro modesto punto de vista, no necesitábamos imitar para nada (más bien al contrario). Válganse algunos ejemplos:

Eliminación del modelo tradicional de relación con nuestros clientes, evaluados ahora como una mera fuente de negocio a corto plazo sin ningún otro tipo de consideración.

Desarrollo de una estrategia de crecimiento (antes de la crisis), enfocado a la consecución de grandes cifras con el único objetivo de destacar la Maravillosa Gestión de Alguno de Nuestros Directivos (para mayor información, consultar la Prensa del Movimiento). Con la crisis, Beyos y Ponga.

Externalización de sistemas y procesos estratégicos, a mayor beneficio contable de empresas privadas. Véase el cierre del Centro de Proceso de Datos e inténtese la labor imposible de saber cuánto le estamos pagando a la multinacional Accenture por hacer, bastante peor, lo que antes hacían los compañeros de dicho Centro.

Apertura del Abanico Salarial. Hacía arriba para un selecto grupo de privilegiados, hacia abajo para los trabajadores.

Establecimiento de un sistema salarial de niveles según el cual nuestro trabajo vale lo que nuestros directivos dicen que vale en cada momento. Consecuentemente (¿o no tanto?), el trabajo de estos directivos también vale lo que ellos dicen que vale que, como resulta lógico, es mucho más que lo que dicen esos mismos directivos que vale nuestro trabajo.

Desarrollo de un sistema de relaciones laborales basado en el garrotazo y tentetieso, donde los trabajadores tenemos que oír, ver, callar y aplaudir con las orejas cualquier iniciativa del equipo directivo por disparatada y fuera de la realidad que resulte. Desvalorización de la experiencia, la capacidad acreditada por años de trabajo y el compromiso con la Caja y con nuestros clientes. Desaprovechamiento del conocimiento y el talento internos sustituido por los fichajes estrella ajenos a la Caja y al sector cuya supuesta capacidad está por demostrar.

Ante todos estos lamentables cambios, no resulta de extrañar que sea nuestra Caja la elegida para, en una oscura y enrevesada maniobra de la que como dijo Einstein "Cada día sabemos más y entendemos menos", abanderar el proceso de privatización del Sector de Cajas, que, sin duda alguna, no beneficia nada más que a los enemigos de todo lo que son y significan las Cajas. Aún así, resulta relativamente llamativo que para todos los cambios hacia peor, sea en materia legislativa por parte del gobierno de turno o en asuntos de tanta trascendencia como el que ahora estamos viviendo, aparezca en primera fila nuestra Caja y, con los consabidos halagos a tanto la página, la figura del actual (15 años ya, en una chiripitiflaútica interpretación de la teoría democrática de la limitación de mandatos) Presidente. Dejamos a la sabia interpretación de los compañeros este curioso fenómeno, que seguramente tendrá cumplida respuesta en los años venideros una vez efectuado el reordenamiento del sector financiero.

20 de enero de 2010

P.D.: Resulta llamativo el estruendoso silencio de los grandes aparatos sindicales ante una situación de tal gravedad como la que vive el sector. Es comprensible que estén muy ocupados en asuntos tan edificantes y tan trascendentales para la clase obrera en general y para algunos dirigentes en particular como el reparto de poder y los puestecitos maravillosamente remunerados en Cajamadrid, pero sería de esperar que alguno de los liberados que pueblan despachos y negociados varios se molestase en volver a publicar las circulares apocalípticas que elaboraban antaño acerca de los cambios en la naturaleza jurídica de las Cajas. Ante este silencio se nos plantean algunos interrogantes

¿Consideran los dirigentes de los sindicatos mayoritarios que el proceso al que estamos asistiendo no es una privatización?

En caso de que no consideren la compra de CCM por parte del resucitado Banco Liberta una privatización, ¿Qué consideran que es dicha compra? ¿Una Intervención Humanitaria?

En el caso de que, según la lógica parece indicar, sea una privatización pura y dura, ¿Cómo se justifica su silencio? ¿No es de buena educación sindical hablar con la boca llena?