LUIS REDONDO (1933-2013)
Hoy, martes 22 de octubre, falleció en el Hospital de Cabueñes
Luis Redondo Alvarez “Redondo”, primer Secretario General de la
Corriente Sindical d’Izquierda. Luis Redondo nació en Turón (Mieres) un mes de diciembre en una familia humilde, obrera y comunista, que tuvo que trasladarse a Xixón cuando él todavía era un niño, asentándose en El Natahoyo, barrio marcado por la industrialización, la experiencia fabril y naval, la vida en comunidad y la lucha.
Redondo se definía como marxista-leninista, comunista, ateo y estudioso de las religiones. Fue autodidacta, lector de los filósofos griegos y de Freud, aficionado al boxeo (deporte que practicó), a la música clásica y seguidor de los profesores Emilio Alarcos y Gustavo Bueno. Estudió con los Hermanos de La Salle, con los que adquirió conocimientos y una gran curiosidad cultural, hasta que tuvo que ponerse a trabajar a los 13-14 años. Primero fue pinche en una tienda, luego trabajó en la construcción hasta que llegó a la metalurgia, entrando de aprendiz en la fábrica donde trabajaba su padre, Talleres de Moreda. Allí aprendió el oficio de soldador, categoría laboral con la que recorrió la mayoría de los centros industriales de Asturies, casi siempre como eventual, dado su compromiso político.
Entre lucha y lucha conoció a su compañera Beni, con la que tuvo cuatro hijos que les dieron unos nietos a los que últimamente se dedicaba con chulería y orgullo de abuelo.
El nombre de Redondo está vinculado a las luchas, movilizaciones y huelgas generales de los sectores de la naval y la metalurgia en Asturies. Por donde él pasaba quedaba un rastro de huelgas, comprometido como estaba con los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Trabajó en todos los astilleros de la bahía gijonesa y fue despedido de todos ellos. En los tres últimos trabajos fue despedido en menos de una hora, “en el dique de Duro Felguera, me despiden al cuarto de hora”, decía. Esa era, y sigue siendo, el resultado de pelear por los derechos laborales y políticos, tener que ir de trabajo en trabajo, despido tras despido, siendo, junto con otros compañeros un “nómada” laboral”, y pasando temporadas de apuros económicos, como comentaba en numerosas ocasiones. A él nunca le llegó la amnistía laboral. También, para neutralizar su trabajo político y su actividad agitadora, fue detenido en muchas ocasiones. Eran, como lo llaman ahora, detenciones “preventivas”. Nunca delató a nadie, ni firmó los interrogatorios, decía que no se lo permitía su conciencia moral. Todos estos obstáculos, antes de acobardarle, le dieron más fuerza para luchar.
Este compromiso que desde joven tuvo con la lucha de los trabajadores le hizo participar activamente en la clandestinidad en el PCE y CCOO. En 1978 fue elegido Secretario General de Xixón, de esta última organización, en el mismo congreso en el que él y la mayoría de militancia de su zona se pronunciaron contrarios a los Pactos de la Moncloa: “Teníamos que estar en contra, de los Pactos de la Moncloa y de la Constitución por responsabilidad política y social, porque era una traición clara a la clase obrera”. Ahí empezó el proceso que le llevaría a ser expulsado de CCOO y PCE en 1981. Funda entonces, con otros compañeros y compañeras la Corriente Sindical d’Izquierda. Cansados de pelear contra el burocratismo, el ordeno y mando, el alejamiento y traición a las bases, las poltronas, las expulsiones, la negación del asamblearismo como forma de tomar decisiones y de luchar, entienden que hay otra forma de hacer sindicalismo y trabajo político. Como él mismo dice en uno de sus textos: “En dicho colectivo sindical creo que está el núcleo más generoso en cuanto a entrega sindical, vocacional y con más sentido revolucionario y menos egoísmo que hay en las organizaciones sindicales, aunque inicialmente esta organización fuera llamada horda sindical, ejército de Pancho Villa, inorgánicos, aventureros, gasolineros y terroristas. Este núcleo fue inicialmente rechazado por las instituciones en Asturies, además de por los agentes sociales y políticos. Influyó este hecho en acentuar la fisonomía propia y evitar contaminaciones perniciosas, al margen, evidentemente, del factor más importante, que es el carácter vocacionalmente diferenciado como sentimiento mayoritario de esta organización; sobre todo en los mecanismos de defensa para mantener los puestos de trabajo, el ser solidario con los eventuales y los parados y el carácter asistencial y meticuloso de su asesoría jurídica y sindical con los pequeños talleres, parados y las ramas más desprotegidas”.
Redondo explicaba que hay dos maneras de concebir el mundo, “la que pasa por salvarse uno solo o la de salvarnos todos”. Decía que el capitalismo lo había hecho muy bien, que nos fueron individualizando, haciéndonos competir entre nosotros, perdiendo así “el alma colectiva de clase”.
“Humanismo cristiano desde el ateísmo, compromiso solidario y lucha contra la injusticia social” son características de un hombre bueno, compañero y militante tenaz, del que muchos y muchas estamos orgullosos y orgullosas.
Redondo fue Secretario General de la Corriente 16 años, y después militante activo, dando al sindicato una personalidad propia. La Casa Sindical, como dice su familia, fue su primera casa. Por eso nuestra primera despedida va a ser ahí. En su casa, en la casa de la clase obrera, acompañado de su familia y de sus compañeros y compañeras.