Anatomía de una estafa y
crónica de una traición
Ya conocemos las noticias del sindicalismo corrupto y traidor,
ahora os contaremos la verdad
La mejor estafa es aquella en la que los primos a los que
desplumamos se consideran beneficiados y, encima, nos dan las gracias. Alfonso “AL” Capone
Buscaremos a algunos que sean lo suficientemente viles para
traicionar a su propia gente y haremos que ellos mismos establezcan distintas
categorías que los dividan, dándole a cada grupo diferente la esperanza de que
van a sobrevivir, mientras que los que van a ser eliminados son los otros. De esta
manera, será imposible que planteen ninguna resistencia cuando los vayamos
liquidando a todos. SS Obergruppenführer Reinhard
Heydrich
Siguiendo el guión habitual, una
vez consumada de nuevo su traición, el Trío de la Bencina Sindical
CCOO-UGT-CSIF han procedido a publicar sus consabidas circulares
autojustificativas mientras ponen el pecho a la espera de las condecoraciones a
la responsabilidad sindical y al compromiso con los trabajadores que, según
ellos, se merecen.
A la vista de los paupérrimos conceptos
que manejan estos personajes, parece que les pasa como a esos perros que, con
los años, acaban pareciéndose a sus propietarios. Al igual que sus amos, nos
toman a los trabajadores por tontos de capirote, con una falta de escrúpulos
que, incluso para su nefasto nivel, rebasa los límites de lo tolerable.
Conociendo los antecedentes del
caso, era obvio que CCOO y UGT estaban dispuestos a reeditar la estafa anterior
que, recordamos por si fuera necesario, tumbó la Audiencia Nacional
gracias a una demanda presentada por CSI y STC. Cuando se está comprometido en
un atraco de más de 100 millones de euros al año no se puede desistir así como
así, hay que cumplir los compromisos con el resto de los miembros de la banda
(de CSIF y de su papel de bufón en todo este enredo, creemos que la lectura de
ese blog que ha terminado por constituirse en un involuntario homenaje al humor
del absurdo nos ahorra cualquier análisis sobre su camaleónica capacidad de transformación
y de su hábil manejo del donde dije digo, ahora digo Menéndez tú eres el más grande).
Recordamos también, por si alguien
lo ha olvidado, que junto con la dirección, CCOO y UGT han sido condenados por la Audiencia Nacional
por violación del derecho a la Libertad Sindical y que, a día de hoy, no se ha
producido ninguna dimisión entre los responsables de semejante desafuero. Aún
más, la mayoría de los rastreros firmantes del acuerdo anulado por la Audiencia vuelven, sin ningún
atisbo de vergüenza a firmar la versión
actual de esa estafa. En el caso concreto de Asturias, vuelve a aparecer la
firma de José Luís González Valdés (CCOO), personaje que al parecer se está
especializando en la traición a sus compañeros como actividad laboral
prioritaria. Tomamos nota.
Recordamos igualmente con qué
entusiasmo chapoteaban alegremente en sus propias heces los dirigentes de CCOO y UGT debido a que, según su particular
teoría, la Audiencia
no había anulado las medidas unilaterales implantadas por sus amos, medidas que
ellos habían desistido de recurrir ante los tribunales, retirando oportunamente
sus demandas a escasas fechas de la celebración de los juicios.
Con estos antecedentes, no resulta
nada insólito el desarrollo y el resultado final de este nuevo proceso
negociador. Eso sí, en esta ocasión nos hemos ahorrado las huelgas de attrezzo
y las movilizaciones de guardarropía como paso previo a la bajada de pantalones
a las que nos tienen acostumbrados CCOO y UGT y, en Asturias,en concreto, no
hemos tenido que padecer las lecciones de moral y coherencia que nos daban los
personajillos sindicales que, una vez consumada la traición e interpretado su
papel, han desaparecido de escena hasta próxima orden de la superioridad.
Esta vez, la estrategia acordada
entre la dirección y los firmantes y dirigida por el gabinete carroñero de
referencia ha sido mantener una supuesta unidad sindical hasta que, a última
hora, con nocturnidad y alevosía (como en Novagalicia, como en Bankia y como en
tantos y tantos sitios), se firma lo pactado previamente sin respetar ninguna
de las condiciones establecidas por los propios sindicatos firmantes como
líneas rojas que no han de cruzarse, se evita consultar a los trabajadores
acerca de su aprobación o no del acuerdo,
se publican un par de circulares ensalzando las virtudes del acuerdo y
denigrando a quienes nos negamos a participar en esta comedieta y a otra cosa,
mariposa.
Conociendo el percal, en breve
comenzaremos a oír las habituales letanías y lloriqueos del estilo “la empresa
nos engañó” y no descartamos la tradicional interposición de demandas por parte
de los coros y danzas del sindicalismo del régimen. Al parecer, este tipo de
ritos folclóricos ya vienen incluidos de serie en el precio de la traición.
Una vez establecidos, de forma
somera (tendríamos para varios tomos, pero nuestra conocida timidez nos impide
extendernos más, de momento), los antecedentes de esta nueva estafa, nos
planteamos y te planteamos una serie de preguntas (capciosas y
malintencionadas, como no podía ser menos en quienes, según los traidores,
somos una mezcla de la Columna Durruti
y la secta de estranguladores de Fu Man Chú).
¿Por qué, conociendo al siniestro personaje que está detrás de
todo este atraco y sabiendo que su intención es dejar bien claro que en
Liberbank (y en gran parte del universo conocido) se hace lo que a él le da la
real gana, no vuelve a aplicar exactamente las mismas medidas que le tumbamos
en la Audiencia?
Porque, gracias a la sentencia y a
la labor de denuncia que los sindicatos que no habíamos avalado la primera
estafa (CSIF incluido), para CCOO-UGT se hacía imposible volver a reeditar su
traición en los mismos términos de la primera vez y necesitaban algún cambio en
las medidas que les permitiese vender las bondades de su experiencia
negociadora.
¿No te parece llamativo que, mediante la consabida creatividad
contable, nos veamos obligados a solicitar la ridícula cifra de 124 millones de
euros (ridícula, obviamente, en comparación a los miles de millones de euros
que traspasamos al banco malo y los centenares de millones de euros que regalamos a precio de amigo o de
socio a los fondos buitre) para que esta ayuda se utilice como pretendida
justificación de los recortes salariales que se nos aplican a los trabajadores
(100 millones de euros al año), el canje obligatorio de preferentes y deuda subordinada
por más de 500 millones de euros y la liquidación de todas las participaciones
que Cajastur poseía (valoradas en 900 millones de euros al principio de todo
este proceso) y cuyo fin, lejos de garantizar la viabilidad de la entidad y de
nuestros puestos de trabajo, es lisa y llanamente financiar el puesto de
presidente de Liberbank de Manuel Menéndez?
Una pregunta que, evidentemente,
se responde por sí misma.
¿Por qué, partiendo también del conocimiento de las aviesas
intenciones del ínclito, prefiere en este caso pactar con CCOO-UGT-CSIF en vez
de aplicar sus medidas unilaterales?
Porque, incluso con la genocida
reforma laboral, un ajuste brutal como el que se nos aplica necesita
justificación documental y contable que la avale. La única manera de evitar
este trámite, cuyo incumplimiento nos daría muchas posibilidades de volver a
tumbar la estafa en los tribunales, consiste en conseguir la firma de la
mayoría sindical. En nuestro caso, los propios sindicatos firmantes reconocen
que la dirección no entregó dicha documentación. ¿Por qué entonces, estamparon su firma? y, sobre todo, ¿A cambio de qué lo hicieron?
Siguiendo en este camino, ¿propondrán CCOO-UGT-CSIF una iniciativa
legislativa popular para modificar la reforma laboral añadiendo un párrafo que
diga: “las empresas que pretendan aplicar recortes salariales y/o despidos
deberán presentar la documentación que acredite la necesidad de dichas medidas,
salvo en el caso de Liberbank, en el que el único requisito a exigir para
efectuar recortes y/o despidos será la voluntad de su Excelso Presidente, que
se considerará condición necesaria y suficiente para cualquier tipo de
modificación en este sentido”?
¿Qué supone la firma de este acuerdo por parte de CCOO-UGT-CSIF?
Para la dirección este acuerdo
supone una herramienta fundamental en su estrategia a la hora de defender sus
planes tanto ante la opinión pública como, sobre todo, en los tribunales.
Para los trabajadores supone que,
durante los próximos tres años y medio, financiaremos con más de 100 millones
de euros al año, sustraídos de nuestros salarios el banco privado de Menéndez y
sus socios.
¿Compramos la continuidad de nuestros puestos de trabajo con los
brutales recortes que nos imponen la dirección y CCOO-UGT-CSIF?
Ni siquiera llegamos a este
patético supuesto.
Salvo que nos haya pasado
desapercibido (cosa que pudiera ser, ya que, según los sindicalistas traidores,
somos, al contrario que ellos, gente de poco seso y muy dados al
atolondramiento mental) en ninguna parte del acuerdo se refleja un párrafo del
estilo del siguiente “Durante la vigencia del presente acuerdo, la dirección se
compromete a no promover ningún ERE extintivo ni a adoptar medidas que supongan
el empeoramiento de las condiciones acordadas en este”. ¿Por qué será? ¿No se
acordaron? ¿No quisieron acordarse?
O sea, que CCOO-UGT-CSIF avalan
con su firma este atraco a nuestros bolsillos a cambio de nada…..bueno, de nada
para los trabajadores. Suponemos algo habrá para otros.
¿Este acuerdo mejora la situación de los trabajadores, como no se
cansan de afirmar los firmantes?
Por mucho que se empeñen y a la
espera de lo que diga la
Audiencia, la anulación del acuerdo del 25 de junio y de las
medidas unilaterales previas (contra las que, recordamos, hay planteadas, a la
espera de la decisión de la
Audiencia, demandas por parte de todos los sindicatos excepto
CCOO y UGT que, muy oportunamente, las retiraron) nos retrotraen a la situación
previa a los recortes. Por lo tanto, todos los trabajadores empeoramos. Digan lo
que digan, de beneficiados, nada. Una vez más y gracias a los de siempre,
jodidos, muy jodidos y jodidísimos.
En el caso de los compañeros que
habían sido sometidos a las medidas más duras en el anterior acuerdo y que
ahora están sometidos a las más duras de este, ¿alguno de ellos cree que le debe algo a CCOO-UGT-CSIF? En el caso de CCOO-UGT, es bueno que estos
compañeros recuerden que estos caraduras habían firmado para ellos esos
recortes brutales para un periodo de tres años y que sólo el éxito de la
demanda presentada por CSI y STC y la denuncia de su escandalosa traición por
parte de quienes no quisimos ser cómplices en semejante aquelarre les ha
obligado a pergeñar de otra manera esta estafa.
¿Es cierto que, ante las medidas que la dirección pretendía
aplicar, este acuerdo consigue que sean menos lesivas para los trabajadores?
Que la dirección anunciase unas
medidas brutales no significa que dichas medidas no pudieran ser derrotadas. En
este periodo todos hemos aprendido lo bastante sobre ERES como para saber que,
sin la firma de la mayoría sindical y con una estrategia conjunta de
movilizaciones, denuncia pública y trabajo riguroso en el terreno jurídico,
teníamos muchas posibilidades de derrotar (una vez más) los propósitos
genocidas de la dirección.
La aceptación de esa curiosa
Teoría del Mal Menor como justificación de estas traiciones sindicales nos
podría poner en tesituras como la siguiente, y recordamos los casos de
Novagalicia y Bankia : en un futuro (es una simple hipótesis, pero no descartemos
nada), la dirección, teniendo en cuenta el deterioro del negocio conseguido
gracias a su política de personal y su estrategia de negocio, propone 1.000
despidos como medida necesaria para el futuro de la empresa, con la
indemnización establecida por la reforma laboral, 20 días por año con una
máximo de una anualidad. Los sindicatos del régimen, después del teatrillo
supuestamente movilizador habitual, firman 800 despidos con una indemnización
de 30 días al año, ¿Sería ese un buen
acuerdo? ¿Sería un mal menor aceptable? ¿Alguien se apuntaría a ser parte de
esos 800 sacrificados por el supuesto bien común?
¿Habríamos aceptado hace un año un acuerdo como el actual, con un
recorte medio del 25%, sin ningún tipo de justificación, a cambio de nada? Una vez tumbada la estafa
anterior y demostrado plenamente por la experiencia de los seis meses en los
que estuvo en vigor que con medidas de este tipo solamente ganan Menéndez y sus
socios a los que ni los clientes ni los trabajadores les importamos lo más mínimo,
¿Por qué tenemos que darlo por bueno?
¿Porque lo dicen CCOO y UGT acompañados a las maracas por CSIF?
¿Cierra este acuerdo un periodo de incertidumbre y nos aporta a
los trabajadores algún tipo de tranquilidad sobre nuestra situación laboral a
costa de saquearnos los bolsillos?
En absoluto. Lo único que nos
asegura este acuerdo es el recorte salarial (del 10, el 18 y el 30% más los
beneficios sociales). Si alguien cree que, en tres años y medio, la dirección
no va a seguir en su estrategia de voladura controlada (con nosotros dentro) de
lo que eran nuestras cajas, incluyendo más recortes salariales y la posibilidad
de despidos colectivos, lamentamos tener que despertarle de su (relativamente)
hermoso sueño.
¿Podemos los trabajadores hacer algo contra este nuevo atropello,
además de lamentarnos?
Claro que sí.
Por la cuenta que nos trae a
todos, no podemos tirar la toalla en la pelea contra esta pandilla de
atracadores cuya avaricia y falta de escrúpulos no se detiene ante nada. Es
necesario seguir en la denuncia contra quienes saquearon las cajas y ahora
quieren hacernos pagar a nosotros las barbaridades de su nefasta gestión
mientras ellos se lo llevan calentito con sus prejubilaciones doradas, sus
depósitos millonarios de desconocido origen en bancos de la competencia y sus
puestos blindados con múltiples salarios mientras, con la desvergüenza
habitual, pretenden hacer pasar sus maniobras especulativas como grandes éxitos
de su gestión como ejecutivos bancarios.
Abandonar ahora la pelea que llevamos
dando desde hace mucho tiempo por nuestros salarios, por nuestros puestos de
trabajo y por nuestra dignidad profesional y personal, sería un suicido que ni
siquiera podemos plantearnos y sería poner todo nuestro futuro en manos de unos
personajes, directivos y sindicalistas, que no nos merecen la mínima confianza,
más bien al contrario.
Como trabajadores,
es el momento de preguntarnos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a luchar por
nuestros puestos de trabajo, nuestros derechos y nuestra dignidad? ¿estamos
dispuestos a salir a la calle a pelear por todo esto o preferimos quedarnos
quietos hasta el momento en que ellos nos dejen parados? ¿merece la pena
denunciar todo lo que están haciendo esta pandilla basura o es mejor mantenerse
calladitos, esperando que los reyes magos nos resuelvan la papeleta?
Cada uno debe contestarse a sí
mismo estas preguntas y actuar en consecuencia.
En todo caso, desde la
CSI creemos que todos los trabajadores tenemos que rechazar
la tentación del desánimo, para continuar, durante el tiempo que sea necesario,
en esta lucha en la que tanto nos jugamos. Nos lo debemos a nosotros mismos y a
nuestra gente.
Por nuestra parte, en ello estamos.
Seguiremos informando
15 de enero de 2014