15 enero 2014

Anatomía de una estafa y crónica de una traición



Anatomía de una estafa y 
crónica de una traición
Ya conocemos las noticias del sindicalismo corrupto y traidor,
ahora os contaremos la verdad

La mejor estafa es aquella en la que los primos a los que desplumamos se consideran beneficiados y, encima, nos dan las gracias. Alfonso “AL” Capone

Buscaremos a algunos que sean lo suficientemente viles para traicionar a su propia gente y haremos que ellos mismos establezcan distintas categorías que los dividan, dándole a cada grupo diferente la esperanza de que van a sobrevivir, mientras que los que van a ser eliminados son los otros. De esta manera, será imposible que planteen ninguna resistencia cuando los vayamos liquidando a todos. SS Obergruppenführer Reinhard Heydrich

Siguiendo el guión habitual, una vez consumada de nuevo su traición, el Trío de la Bencina Sindical CCOO-UGT-CSIF han procedido a publicar sus consabidas circulares autojustificativas mientras ponen el pecho a la espera de las condecoraciones a la responsabilidad sindical y al compromiso con los trabajadores que, según ellos, se merecen.

A la vista de los paupérrimos conceptos que manejan estos personajes, parece que les pasa como a esos perros que, con los años, acaban pareciéndose a sus propietarios. Al igual que sus amos, nos toman a los trabajadores por tontos de capirote, con una falta de escrúpulos que, incluso para su nefasto nivel, rebasa los límites de lo tolerable.

Conociendo los antecedentes del caso, era obvio que CCOO y UGT estaban dispuestos a reeditar la estafa anterior que, recordamos por si fuera necesario, tumbó la Audiencia Nacional gracias a una demanda presentada por CSI y STC. Cuando se está comprometido en un atraco de más de 100 millones de euros al año no se puede desistir así como así, hay que cumplir los compromisos con el resto de los miembros de la banda (de CSIF y de su papel de bufón en todo este enredo, creemos que la lectura de ese blog que ha terminado por constituirse en un involuntario homenaje al humor del absurdo nos ahorra cualquier análisis sobre su camaleónica capacidad de transformación y de su hábil manejo del donde dije digo, ahora digo Menéndez tú eres el más grande).

Recordamos también, por si alguien lo ha olvidado, que junto con la dirección, CCOO y UGT han sido condenados por la Audiencia Nacional por violación del derecho a la Libertad Sindical y que, a día de hoy, no se ha producido ninguna dimisión entre los responsables de semejante desafuero. Aún más, la mayoría de los rastreros firmantes del acuerdo anulado por la Audiencia vuelven, sin ningún atisbo de vergüenza  a firmar la versión actual de esa estafa. En el caso concreto de Asturias, vuelve a aparecer la firma de José Luís González Valdés (CCOO), personaje que al parecer se está especializando en la traición a sus compañeros como actividad laboral prioritaria. Tomamos nota.

Recordamos igualmente con qué entusiasmo chapoteaban alegremente en sus propias heces los dirigentes de  CCOO y UGT debido a que, según su particular teoría, la Audiencia no había anulado las medidas unilaterales implantadas por sus amos, medidas que ellos habían desistido de recurrir ante los tribunales, retirando oportunamente sus demandas a escasas fechas de la celebración de los juicios.

Con estos antecedentes, no resulta nada insólito el desarrollo y el resultado final de este nuevo proceso negociador. Eso sí, en esta ocasión nos hemos ahorrado las huelgas de attrezzo y las movilizaciones de guardarropía como paso previo a la bajada de pantalones a las que nos tienen acostumbrados CCOO y UGT y, en Asturias,en concreto, no hemos tenido que padecer las lecciones de moral y coherencia que nos daban los personajillos sindicales que, una vez consumada la traición e interpretado su papel, han desaparecido de escena hasta próxima orden de la superioridad.

Esta vez, la estrategia acordada entre la dirección y los firmantes y dirigida por el gabinete carroñero de referencia ha sido mantener una supuesta unidad sindical hasta que, a última hora, con nocturnidad y alevosía (como en Novagalicia, como en Bankia y como en tantos y tantos sitios), se firma lo pactado previamente sin respetar ninguna de las condiciones establecidas por los propios sindicatos firmantes como líneas rojas que no han de cruzarse, se evita consultar a los trabajadores acerca de su aprobación o no del acuerdo,  se publican un par de circulares ensalzando las virtudes del acuerdo y denigrando a quienes nos negamos a participar en esta comedieta y a otra cosa, mariposa.

Conociendo el percal, en breve comenzaremos a oír las habituales letanías y lloriqueos del estilo “la empresa nos engañó” y no descartamos la tradicional interposición de demandas por parte de los coros y danzas del sindicalismo del régimen. Al parecer, este tipo de ritos folclóricos ya vienen incluidos de serie en el precio de la traición.

Una vez establecidos, de forma somera (tendríamos para varios tomos, pero nuestra conocida timidez nos impide extendernos más, de momento), los antecedentes de esta nueva estafa, nos planteamos y te planteamos una serie de preguntas (capciosas y malintencionadas, como no podía ser menos en quienes, según los traidores, somos una mezcla de la Columna Durruti y la secta de estranguladores de Fu Man Chú).

¿Por qué, conociendo al siniestro personaje que está detrás de todo este atraco y sabiendo que su intención es dejar bien claro que en Liberbank (y en gran parte del universo conocido) se hace lo que a él le da la real gana, no vuelve a aplicar exactamente las mismas medidas que le tumbamos en la Audiencia?

Porque, gracias a la sentencia y a la labor de denuncia que los sindicatos que no habíamos avalado la primera estafa (CSIF incluido), para CCOO-UGT se hacía imposible volver a reeditar su traición en los mismos términos de la primera vez y necesitaban algún cambio en las medidas que les permitiese vender las bondades de su experiencia negociadora.

¿No te parece llamativo que, mediante la consabida creatividad contable, nos veamos obligados a solicitar la ridícula cifra de 124 millones de euros (ridícula, obviamente, en comparación a los miles de millones de euros que traspasamos al banco malo y los centenares de millones  de euros que regalamos a precio de amigo o de socio a los fondos buitre) para que esta ayuda se utilice como pretendida justificación de los recortes salariales que se nos aplican a los trabajadores (100 millones de euros al año), el canje obligatorio de preferentes y deuda subordinada por más de 500 millones de euros y la liquidación de todas las participaciones que Cajastur poseía (valoradas en 900 millones de euros al principio de todo este proceso) y cuyo fin, lejos de garantizar la viabilidad de la entidad y de nuestros puestos de trabajo, es lisa y llanamente financiar el puesto de presidente de Liberbank de Manuel Menéndez?

Una pregunta que, evidentemente, se responde por sí misma.

¿Por qué, partiendo también del conocimiento de las aviesas intenciones del ínclito, prefiere en este caso pactar con CCOO-UGT-CSIF en vez de aplicar sus medidas unilaterales?

Porque, incluso con la genocida reforma laboral, un ajuste brutal como el que se nos aplica necesita justificación documental y contable que la avale. La única manera de evitar este trámite, cuyo incumplimiento nos daría muchas posibilidades de volver a tumbar la estafa en los tribunales, consiste en conseguir la firma de la mayoría sindical. En nuestro caso, los propios sindicatos firmantes reconocen que la dirección no entregó dicha documentación. ¿Por qué entonces, estamparon su firma? y, sobre todo, ¿A cambio de qué lo hicieron?

Siguiendo en este camino, ¿propondrán CCOO-UGT-CSIF una iniciativa legislativa popular para modificar la reforma laboral añadiendo un párrafo que diga: “las empresas que pretendan aplicar recortes salariales y/o despidos deberán presentar la documentación que acredite la necesidad de dichas medidas, salvo en el caso de Liberbank, en el que el único requisito a exigir para efectuar recortes y/o despidos será la voluntad de su Excelso Presidente, que se considerará condición necesaria y suficiente para cualquier tipo de modificación en este sentido”?

¿Qué supone la firma de este acuerdo por parte de CCOO-UGT-CSIF?

Para la dirección este acuerdo supone una herramienta fundamental en su estrategia a la hora de defender sus planes tanto ante la opinión pública como, sobre todo, en los tribunales.

Para los trabajadores supone que, durante los próximos tres años y medio, financiaremos con más de 100 millones de euros al año, sustraídos de nuestros salarios el banco privado de Menéndez y sus socios.

¿Compramos la continuidad de nuestros puestos de trabajo con los brutales recortes que nos imponen la dirección y CCOO-UGT-CSIF?

Ni siquiera llegamos a este patético supuesto.

Salvo que nos haya pasado desapercibido (cosa que pudiera ser, ya que, según los sindicalistas traidores, somos, al contrario que ellos, gente de poco seso y muy dados al atolondramiento mental) en ninguna parte del acuerdo se refleja un párrafo del estilo del siguiente “Durante la vigencia del presente acuerdo, la dirección se compromete a no promover ningún ERE extintivo ni a adoptar medidas que supongan el empeoramiento de las condiciones acordadas en este”. ¿Por qué será? ¿No se acordaron? ¿No quisieron acordarse?

O sea, que CCOO-UGT-CSIF avalan con su firma este atraco a nuestros bolsillos a cambio de nada…..bueno, de nada para los trabajadores. Suponemos algo habrá para otros.

¿Este acuerdo mejora la situación de los trabajadores, como no se cansan de afirmar los firmantes?

Por mucho que se empeñen y a la espera de lo que diga la Audiencia, la anulación del acuerdo del 25 de junio y de las medidas unilaterales previas (contra las que, recordamos, hay planteadas, a la espera de la decisión de la Audiencia, demandas por parte de todos los sindicatos excepto CCOO y UGT que, muy oportunamente, las retiraron) nos retrotraen a la situación previa a los recortes. Por lo tanto, todos los trabajadores empeoramos. Digan lo que digan, de beneficiados, nada. Una vez más y gracias a los de siempre, jodidos, muy jodidos y jodidísimos.

En el caso de los compañeros que habían sido sometidos a las medidas más duras en el anterior acuerdo y que ahora están sometidos a las más duras de este, ¿alguno de ellos cree que le debe algo a CCOO-UGT-CSIF?  En el caso de CCOO-UGT, es bueno que estos compañeros recuerden que estos caraduras habían firmado para ellos esos recortes brutales para un periodo de tres años y que sólo el éxito de la demanda presentada por CSI y STC y la denuncia de su escandalosa traición por parte de quienes no quisimos ser cómplices en semejante aquelarre les ha obligado a pergeñar de otra manera esta estafa.

¿Es cierto que, ante las medidas que la dirección pretendía aplicar, este acuerdo consigue que sean menos lesivas para los trabajadores?

Que la dirección anunciase unas medidas brutales no significa que dichas medidas no pudieran ser derrotadas. En este periodo todos hemos aprendido lo bastante sobre ERES como para saber que, sin la firma de la mayoría sindical y con una estrategia conjunta de movilizaciones, denuncia pública y trabajo riguroso en el terreno jurídico, teníamos muchas posibilidades de derrotar (una vez más) los propósitos genocidas de la dirección.

La aceptación de esa curiosa Teoría del Mal Menor como justificación de estas traiciones sindicales nos podría poner en tesituras como la siguiente, y recordamos los casos de Novagalicia y Bankia : en un futuro (es una simple hipótesis, pero no descartemos nada), la dirección, teniendo en cuenta el deterioro del negocio conseguido gracias a su política de personal y su estrategia de negocio, propone 1.000 despidos como medida necesaria para el futuro de la empresa, con la indemnización establecida por la reforma laboral, 20 días por año con una máximo de una anualidad. Los sindicatos del régimen, después del teatrillo supuestamente movilizador habitual, firman 800 despidos con una indemnización de 30 días al año,  ¿Sería ese un buen acuerdo? ¿Sería un mal menor aceptable? ¿Alguien se apuntaría a ser parte de esos 800 sacrificados por el supuesto bien común?

¿Habríamos aceptado hace un año un acuerdo como el actual, con un recorte medio del 25%, sin ningún tipo de justificación, a cambio de nada? Una vez tumbada la estafa anterior y demostrado plenamente por la experiencia de los seis meses en los que estuvo en vigor que con medidas de este tipo solamente ganan Menéndez y sus socios a los que ni los clientes ni los trabajadores les importamos lo más mínimo, ¿Por qué tenemos que darlo por bueno? ¿Porque lo dicen CCOO y UGT acompañados a las maracas por CSIF?

¿Cierra este acuerdo un periodo de incertidumbre y nos aporta a los trabajadores algún tipo de tranquilidad sobre nuestra situación laboral a costa de saquearnos los bolsillos?

En absoluto. Lo único que nos asegura este acuerdo es el recorte salarial (del 10, el 18 y el 30% más los beneficios sociales). Si alguien cree que, en tres años y medio, la dirección no va a seguir en su estrategia de voladura controlada (con nosotros dentro) de lo que eran nuestras cajas, incluyendo más recortes salariales y la posibilidad de despidos colectivos, lamentamos tener que despertarle de su (relativamente) hermoso sueño. 

¿Podemos los trabajadores hacer algo contra este nuevo atropello, además de lamentarnos?

Claro que sí.

Por la cuenta que nos trae a todos, no podemos tirar la toalla en la pelea contra esta pandilla de atracadores cuya avaricia y falta de escrúpulos no se detiene ante nada. Es necesario seguir en la denuncia contra quienes saquearon las cajas y ahora quieren hacernos pagar a nosotros las barbaridades de su nefasta gestión mientras ellos se lo llevan calentito con sus prejubilaciones doradas, sus depósitos millonarios de desconocido origen en bancos de la competencia y sus puestos blindados con múltiples salarios mientras, con la desvergüenza habitual, pretenden hacer pasar sus maniobras especulativas como grandes éxitos de su gestión como ejecutivos bancarios.

Abandonar ahora la pelea que llevamos dando desde hace mucho tiempo por nuestros salarios, por nuestros puestos de trabajo y por nuestra dignidad profesional y personal, sería un suicido que ni siquiera podemos plantearnos y sería poner todo nuestro futuro en manos de unos personajes, directivos y sindicalistas, que no nos merecen la mínima confianza, más bien al contrario.  

Como trabajadores, es el momento de preguntarnos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a luchar por nuestros puestos de trabajo, nuestros derechos y nuestra dignidad? ¿estamos dispuestos a salir a la calle a pelear por todo esto o preferimos quedarnos quietos hasta el momento en que ellos nos dejen parados? ¿merece la pena denunciar todo lo que están haciendo esta pandilla basura o es mejor mantenerse calladitos, esperando que los reyes magos nos resuelvan la papeleta?

Cada uno debe contestarse a sí mismo estas preguntas y actuar en consecuencia.

En todo caso, desde la CSI creemos que todos los trabajadores tenemos que rechazar la tentación del desánimo, para continuar, durante el tiempo que sea necesario, en esta lucha en la que tanto nos jugamos. Nos lo debemos a nosotros mismos y a nuestra gente.

Por nuestra parte, en ello estamos.

Seguiremos informando

15 de enero de 2014