Si
quieres conocer a fulanito, dale un carguito
¿Quién
se cree que es el director territorial de Asturias?
La crisis de las cajas de ahorros
liquidadas y privatizadas mediante un escandaloso saqueo llevado a cabo por
directivos sin escrúpulos, con la complicidad (muy bien pagada) de políticos y
sindicalistas del régimen ha desvelado, por si alguien lo necesitara, que no es
nuestro caso, la profunda inmoralidad de quienes habitan el emponzoñado medio
ambiente de la alta dirección de las entidades bancarias de nuestro país:
Personajes amorales, grises, siniestros,
ruines y faltos de ninguna empatía, ladrones de traje y corbata que utilizan su
inmenso poder para tapar sus múltiples complejos, bandidos con móvil de última
generación que, en la calle, sin la protección del poder valen menos que nada,
buitres carroñeros que se lucran con la desgracia de mucha buena gente
(clientes y trabajadores), tullidos emocionales que, faltos de la fibra moral
necesaria para el liderazgo, utilizan las peores artimañas para hacer sentir su
autoridad…..
Estos personajes tóxicos desarrollan unas
estructuras de poder en las entidades que dirigen pensadas para destruir
cualquier posibilidad de que los trabajadores tengamos una ética personal y
profesional propia, mediante estrategias destinadas a moldearnos a su imagen y
semejanza y hacernos tan viles como ellos, dispuestos a estafar a nuestros
clientes y a entrar en una competición caníbal con nuestros compañeros para deshacer
las únicas herramientas que nos permiten conservar la dignidad necesaria: la
solidaridad entre trabajadores y el compromiso con nuestra gente, a los que nos
debemos y a los que debemos una práctica profesional ética y leal.
Teniendo en cuenta su aversión a rozarse
con el pobrerío, para llevar llevar a cabo esta nefasta labor la alta dirección
de los bancos necesita de la complicidad de una cadena de mando que transmita
su autoridad hasta los trabajadores y que, mediante el miedo, intente
disciplinarnos y hacernos aceptar la corrupción moral (y de la otra) que
pretenden instaurar como norma de conducta.
Por eso, salvando honrosas excepciones,
quienes ascienden a partir de cierto nivel en las estructuras de mando de los
bancos son una serie de patéticos personajes sumisos y babosos ante sus amos (a
los que lastimosamente pretenden imitar hasta en el lenguaje estético) y
prepotentes y tiránicos con quienes tienen la desgracia de estar bajo sus
órdenes.
Estos individuos, una copia devaluada y
barata de sus superiores, cuyo ascenso profesional está basado en la capacidad
de genuflexión, la falta de escrúpulos y la habilidad para el peloteo,
pretenden dominar a los trabajadores utilizando la herramienta del miedo (miedo
al despido, miedo al traslado) a falta de ninguna virtud capaz de generar
autoridad moral.
El miedo es un lujo que los trabajadores
no podemos permitirnos, menos ante estos cobardes que, cuando sus amos les dan
una patada, pasan de ser ejecutivos agresivos a ser como la Zarzamora, llora
que llora por los rincones (y todos conocemos casos ilustrativos acerca de
estas situaciones).
Son como los perros, huelen el miedo y se
envalentonan.
No podemos tenerles miedo ni respeto
alguno. No se lo merecen.
Una vez efectuada esta reflexión genérica, pasamos a relatar
lo sucedido en las últimas semanas en Asturias.
Hace escasas fechas, toma posesión un
nuevo director territorial que, al parecer, se cree el dueño de la entidad y
pretende disciplinarnos de forma sumaria, para acumular méritos ante sus
superiores, para lo que transmite mensajes de este tipo:
“El
horario, como el mío: de ocho de la mañana a ocho de la tarde”
Estamos en un ERE, tenemos unos horarios
legales y, además, tenemos una vida que queremos vivir sin darle cuentas a
ningún directivillo de medio pelo. Si, como parece, éste no la tiene, que
pruebe a comprarse una, aunque sea de segunda mano en Wallapop.
En todo caso, esperamos que se atreva a
poner esta directriz por escrito para proceder en consecuencia.
“Cada
trabajador tendrá unos objetivos semanales individuales y habrá “una foto”
todas las semanas con los empleados que los cumplieron y quienes no los
cumplieron. Aquellos que no cumplan el objetivo semanal recibirán un correo del
director, a la segunda semana de incumplimiento, un correo del director con
conocimiento del director de zona y, a a la tercera semana, correo con
conocimiento del director territorial (o séase, él mismo)”
¿Qué va hacer el director de la territorial con los
reincidentes una vez enviado el tercer correo?
¿Nos está amenazando a nosotros y a nuestras familias
con traslados, despidos y cosas así?
¿Por qué no lo hace por escrito?
Mejor aún, ¿Por qué no nos lo dice en persona, de tú a
tú y, a poder ser, fuera del horario de trabajo y de los locales de la empresa
para poder responderle como se merece?
Como demostración del nivel de falta de capacidad de
liderazgo y del recurso al miedo y a la amenaza como única herramienta de
motivación (como si fuéramos animales asustados y no personas con nuestra
dignidad y nuestro legítimo orgullo profesional), adjuntamos copia de una misiva del director
territorial de Asturias en la que, más allá de la delirante composición llena
de subrayados, frases en rojo, mayúsculas y otros dislates, se comprueba
patentemente que la mezcla de lecturas de libros de autoayuda y la ingesta
masiva de películas sobre tiburones financieros y lobos de Wall Street está
siendo nefasta para ciertas personalidades, peor aun cuando uno es un directivo
de tres al cuarto en una entidad que, debido a la nefasta gestión de su cúpula
directiva, no es precisamente objeto de culto ni modelo de nada bueno.
Al parecer, esta ofensiva contra los
trabajadores por parte del director territorial de Asturias ha animado a otros
jefecillos a sumarse a estas abyectas maneras de ganar méritos ante sus amos.
Algún jefe de zona ha transmitido que “se
valorará” venir a trabajar por las tardes y, en el colmo de la desfachatez,
algún otro ha hecho saber que los trabajadores a sus órdenes deben vestir traje
y corbata y las trabajadoras han de estar “debidamente conjuntadas” (sic). Este
Petronio asturiano y Beau Brummell de la banca no ha manifestado sí los gastos
de sus exigencias indumentarias corren por su cuenta o los debemos descontar de
nuestros sueldos, ya bastante mermados por los recortes y los ERES.
En todo caso, repetimos lo ya dicho: a estos
patéticos personajes que nos quieren tratar como animales asustados, ni miedo
ni respeto alguno.
Por la cuenta que nos trae.
Seguiremos informando.
02 de octubre de 2016