No son unos cuantos
chorizos aislados, es corrupción generalizada
Las tarjetas opacas
del sindicalismo del régimen
El penúltimo escándalo (no será el último, seguro
que no) relativo al saqueo de las cajas de ahorros por parte de esa pandilla de
arrebatacapas formada por políticos, dizquempresarios, sindicalistas del régimen
y otros vagos y maleantes vuelve a demostrar, por si alguien tenía alguna duda,
el grado de complicidad e intereses comunes de unos y otros y vuelve a poner el
foco sobre el nivel de corrupción de los aparatos políticos y sindicales de
este régimen decadente en el que nos toca vivir.
El caso de Cajamadrid/Bankia es paradigmático de la
tarea sucia que, a cambio de lo que estamos viendo (la punta del iceberg de lo
que trincaron, legal e ilegalmente, durante años), llevaron a cabo CCOO y UGT
como sindicatos mayoritarios en el sector de cajas de ahorros, saqueadas,
privatizadas, desguazadas y vendidas al mejor postor con su complicidad activa,
que pasa, obviamente, por la firma de los ERES correspondientes.
Para mayor escarnio, los sindicatos del régimen se
hacen los sorprendidos, manifiestan a grandes voces su honestidad mancillada
por unos pocos ladrones que se les colaron por descuido y prometen comisiones
internas de investigación, purgas y toda clase de catarsis en un vano intento
de ocultar, una vez más, el grado de descomposición interna al que han llegado
y el olor a podredumbre que despide cada una de sus recurrentes traiciones.
Incluso
para nosotros, simples trabajadores de cajastur y sindicalistas sin graduación
(a mucha honra las dos cosas, por mucho que algunos se empeñen en denigrarlas
con su repulsiva actuación) es obvio que este caso no puede reducirse, como la
gavilla de forajidos que saquearon las cajas pretende, a un lamentable episodio
en que unos pocos delincuentes se llevaron hasta el cepillo de las limosnas sin
que nadie se percatara de ello.
Nada de eso, ni mucho menos. Los partidos,
sindicatos, organizaciones empresariales y los supuestos representantes de los
impositores que estuvieron presentes en los consejos de administración, las
comisiones de control y las asambleas generales de la caja sabían de sobra lo
que estaba pasando y no le hacían ascos a participar (cada uno en la medida de
sus posibilidades de trinque) en el saqueo. Para eso estaban en esos órganos y
para eso votaban (salvo honrosas y muy minoritarias excepciones) a favor de
todas y cada una de las medidas propuestas por los presidentes de las cajas,
convertidos, mediante esa forma gansteril de comprar voluntades con dinero
ajeno, en señores feudales de horca y cuchillo no sólo en la Caja, sino en todo
su territorio de actuación. En Cajastur también, obviamente, y en Caja
Cantabria, y en Caja Extremadura y en CCM….
Las cajas representaban el 51% del sistema
financiero español y le estorbaban a la oligarquía financiera. Sus dirigentes
las llevaron a la ruina mientras se llenaban los bolsillos propios y los de sus
cómplices. Con más de 130.000 trabajadores, centenares de delegados sindicales,
decenas (muchas) de liberados, fueron privatizadas sin que, salvo en algunos
lugares aislados y por parte de algún sindicato de esos que llaman minoritarios
como si fuera un insulto (la csi en asturias, por ejemplo, y al que le pique la
autorreferencia, ya sabe lo que puede hacer, que explique dónde más o quién más
hizo algo) hubiera ni una sola protesta y sin que se exigieran
responsabilidades por parte de CCOO y UGT a los responsables de esta monumental
estafa. Esto último es lógico, porque esperar que vayan a comisaría a
autoinculparse, supera incluso nuestra reconocida capacidad de confianza en la
condición humana. Estos son más de ir a comisaría a denunciar a quienes
protestamos contra sus traiciones.
Para
la CSI es obvio que el proceso de liquidación/privatización de las cajas se
pactó muy arriba y fuera de los límites del sector (los gañanes que representan
a CCOO y UGT en nuestras entidades no llegan a ese nivel). También es evidente
que hubo un acuerdo entre cúpulas para enterrar la basura resultante de la
utilización de nuestras cajas para financiar la corrupción política y la
especulación inmobiliaria y para evitar que salieran a la luz todas las
barbaridades cometidas por unos y otros con nuestro dinero.
Se pactó la reconversión salvaje del sector (con
miles de despidos directos en algunos casos y con recortes salariales brutales
y despidos muy poco encubiertos en otros) y los delegados del sindicalismo del
régimen en cada caja se encargaron de vender el producto y de proclamar que,
una vez más, todos estos sacrificios (de nuestros empleos y de nuestros
salarios) los firmaban por responsabilidad y en defensa de nuestro futuro
(aunque los trabajadores, que somos un tanto lerdos y muy egoístas según ellos,
no les agradezcamos sus esfuerzos y su compromiso con la clase obrera mundial).
Se pactó también, sin duda, el abandono a su suerte
de los clientes estafados con las preferentes y la deuda subordinada (que
habían aprobado en su momento), dejándonos a los pies de los caballos a los
trabajadores (muchos de ellos, también estafados) frente a las legítimas
reclamaciones de nuestros clientes, en vez de plantear un frente común de unos
y otros para dirigir las protestas contra los responsables del atraco.
Esto que decimos llevamos muchos años afirmándolo. A
nosotros no nos sorprende el asunto de las tarjetas opacas y malolientes de
Caja Madrid ni toda la basura que sale y que saldrá acerca de lo que han hecho
y pretenden seguir haciendo quienes liquidaron nuestras cajas. Como es sabido,
estamos intentando que quienes liquidaron y privatizaron Cajastur paguen por
ello. No es sencillo, son muy poderosos y cuentan con muchas complicidades
políticas, económicas y sindicales, pero por nosotros no va a quedar.
Se
lo debemos a nuestra gente, a los compañeros que confían en nosotros, a los
clientes a los que queremos poder mirar a la cara y seguir dándoles la mano sin
que tengan que correr a contarse los dedos, a nuestras familias que tal vez no
entiendan cómo algunos canallas pretenden convertir un oficio del que siempre
nos hemos sentido orgullosos en una maña de tahúres y timadores, a tantas buenas
personas que están siendo atracadas por estos personajes sin escrúpulos y,
egoístas que somos, nos lo debemos a nosotros mismos, que no nos resignamos a
vivir de rodillas ni a ir al matadero balando como corderitos.
Por nuestra parte, en ello estamos.
Seguiremos
informando.
06
de octubre de 2014
P.D.:
tan sabido era el chollo que significaba estar en el consejo de administración
de una caja, que el dúo patético del sindicalismo del régimen en Asturias (Pino
y Braga, expertos en ERES, traiciones y subvenciones), se asomaban
periódicamente a los medios de comunicación exigiendo su presencia (y la de la
patronal, que para algo son socios) en el consejo de administración de
Cajastur. Con escaso éxito, ya que el cupo de paniaguados estaba completo.
P.P.D.:
Obviamente, los trabajadores debemos hacer nuestra reflexión personal sobre la
circunstancia de que el sindicalismo del régimen ha podido hacer todo esto
gracias a los votos que conseguía (y consigue todavía) en las elecciones
sindicales por parte de los propios trabajadores.
A
este respecto, señalar que en Cajastur, a pesar de que han pagado
electoralmente por sus traiciones (sobre todo en oficinas), se da la curiosa
circunstancia de que, hace pocos meses, estos personajes, convenientemente camuflados
en una candidatura supuestamente independiente (independiente de quién? de la
dirección? qué va) o con las siglas de siempre, han ganado las elecciones en
Servicios Centrales y Oviedo OP.
Sobre este particular, para la CSI, que
quienes han sido cómplices activos de la privatización de Cajastur (y lo siguen
siendo, véase el caso de la externalización del departamento de informática),
han firmado los ERES brutales que estamos padeciendo y firmarán los que les
pongan delante sin ninguna duda, han pactado con la patronal la movilidad
geográfica ilimitada a cambio de prejubilaciones doradas para sus jefes y para
los directivos, han permanecido cómodamente atechados mientras otros nos
movilizábamos contra todos estos atropellos, y han pretendido boicotear las iniciativas de
movilización que fueran más allá de la comedia pactada entre sus dirigentes y
la patronal, ganen unas elecciones, aunque obtengan menos delegados que en
convocatorias anteriores, nos suscita la misma opinión que mantenemos acerca de
la circunstancia de que PP y PSOE, los partidos de las reformas laborales, las
privatizaciones, los recortes sociales y la corrupción sigan, aunque muy
desprestigiados ganando las elecciones en este país. Suponemos que será fácil
de imaginar. Pues eso.