Plan de bajas “voluntarias” incentivadas:
¿otra trampa saducea?
A poco más de quince días de que se celebren en el
Tribunal Supremo las vistas por los dos ERES fraudulentos, el Consejo de
Administración de Liberbank (ese ente parasitario que crece y crece sin ningún
motivo razonable a costa de los recortes en nuestros salarios) aprueba un plan
de bajas incentivadas, supuestamente voluntarias, y, como no podía ser menos,
con el estilo propio de este modelo de gestión que tantas alegrías les ha dado
a unos pocos y tantos disgustos nos depara a la mayoría: negociadas (bueno, es
un decir) individualmente.
Curiosamente, en la comunicación de esta iniciativa
se ahorran la verborrea con la que normalmente intentan adornar cualquier
decisión de esta índole: no hacen referencia a ninguno de esos lugares comunes
sobre la necesaria adaptación a las nuevas realidades del mercado, ni a eso que
tanto les gusta citar de “las mejores prácticas del sector”, quiera decir lo
que quiera decir. Lo que parece obvio es que siguen ocultándonos sus
intenciones últimas y que, más allá del tradicional tente mientras cobro, no
existe una hoja de ruta definida para hacer de esta entidad un proyecto viable
y confiable.
Por si había alguna duda, esta iniciativa demuestra que
los ERES fraudulentos no eran la única opción para llevar a cabo los
compromisos adquiridos por la dirección con las autoridades monetarias
europeas. Recordamos que, como confirmaron por escrito a la CSI dichas
autoridades, el brutal plan de recortes salariales, inédito en el sector, no
fue una imposición sino una propuesta elaborada y enviada por la dirección.
Como dijimos en su momento y repetimos ahora, la
culpable de nuestros recortes no es Europa, es Menéndez (y sus palmeros del
sindicalismo del Régimen).
Analizando este plan (o por lo menos, la parte que
han hecho pública) y teniendo en cuenta la larga tradición de mentiras e
incumplimientos de esta dirección, resaltamos lo siguiente:
Se
evita la negociación colectiva para poder, una vez más, presionar a los
trabajadores afectados y para pagar favores con el dinero que nos quitan de
nuestros salarios, como ya hemos visto en el caso de los directivos
prejubilados con una sustanciosa indemnización por la mañana y repescados por
la tarde para el Consejo de Administración. Resulta escandaloso que, a la hora
de tomar una decisión tan trascendente como la que supone abandonar el puesto
de trabajo definitivamente, no existan unas condiciones negociadas
colectivamente y conocidas públicamente. Evidentemente, ese ocultismo denota la
intención de aplicar distintos raseros en función no de los años trabajados,
sino de otros parámetros mucho más subjetivos y mucho más injustos.
Sobre
la supuesta voluntariedad, la experiencia nos indica que, salvo un cambio
radical en la política de relaciones laborales, lo que pretende la dirección es
que los trabajadores acepten, sí o sí, la oferta que ellos les hagan y en las
condiciones económicas que ellos les hagan.
Por
tanto, en tanto en cuanto se van materializando dichas ofertas y vemos en qué
queda este plan de bajas incentivadas, recomendamos mucha calma y serenidad.
Entendemos que, viendo cómo van las cosas, muchos compañeros quieran irse, pero
no conviene precipitarse. Es toda nuestra vida laboral la que está en juego y,
sabiendo con quien nos jugamos los cuartos, toda prudencia es poca.
Seguiremos informando.
30 de junio de 2015