CIRCULAR QUE LA EMPRESA NO DISTRIBUYE
CON LA PATÉTICA DISCULPA DE QUE “NO ES VERAZ”
¿QUÉ TE PARECE?
CON LA PATÉTICA DISCULPA DE QUE “NO ES VERAZ”
¿QUÉ TE PARECE?
Convenio Estatal
Congelación Salarial: Una Proposición Indecente
Se palpa el miedo. Nadie se exime de la inquietud. Es el tema de conversación madre de todos los diálogos posibles. ¿En qué medida te afecta la crisis? ¿Del todo, en parte, o casi nada? Los gringos, que son especímenes dados a la audacia, han inventado una simbología brillante y eficaz para designar lo que nos ocurre, y han simplificado en la obviedad una situación cada vez más insostenible. Nosotros, la ciudadanía, somos el 99%. Ellos, los poderes financieros, el 1%. Sin embargo ellos tienen el poder de provocar el miedo y nosotros apenas el de aguantar el tirón para contenerlos. Preguntarse cómo hemos llegado a este punto resulta una banalidad, porque siempre ocurrió lo mismo pero quizá nunca de un modo tan insolente. Ahora te lo explican, para que además aceptes su lógica.
Los gestores del naufragio (Gregorio Morán)
Después de más de un año de parálisis negociadora, todo parece indicar que en próximas fechas se firmará el Convenio Estatal de Ahorro y, una vez más, todos los indicios apuntan a que va a ser un Convenio de claro retroceso para los trabajadores, en línea con acuerdos como el firmado en nuestra Caja a raíz de la Fusión/Privatización/Etc./Etc.
Muy suelta de cuerpo y con todo el atrevimiento del mundo, la patronal del sector propone, entre otras virguerías, congelación salarial, no devengo de trienios y paralización de los ascensos por antigüedad.
Para quienes trabajamos en nuestra caja ninguna de estas medidas es novedosa, ya que desde hace años (desde 1997 en Expansión y desde 1999 en el resto) nuestros salarios han sufrido recorte tras recorte y, entre complementos absorbibles, mochilas personales cada día más livianas, cambios de categorías sin repercusión salarial positiva y otras lindezas del estilo, hemos sufrido una brutal perdida de poder adquisitivo, justo en los años en que se anunciaban beneficios tremebundos y en que las cúpulas directivas, elevadas por la prensa del régimen atantolapágina a la categoría de Superhéroes de las Finanzas, incrementaban sus salarios de forma exponencial, intentando por todos los medios que no se conociese el importe de éstos, por motivos fácilmente explicables. Para mayor abundamiento sobre estos temas, recomendamos repasar las circulares de la Corriente (y también, porque no, echar un vistazo a las del resto de los sindicatos para informarse de lo que decíamos unos y callaban otros).
Lo que resulta asombroso es que, con la que está cayendo, con lo que se sabe (y con lo que nos suponemos) acerca de la maravillosa gestión de las cúpulas directivas y sus fabulosos salarios, sus increíbles blindajes y sus superlativos fondos de pensiones, se atrevan a plantear medidas de este tipo.
Más sorprendente aún resultan algunas ocurrencias que venimos escuchando acerca de aceptar la congelación salarial y otras medidas de recorte en base a la delicada situación del sector y a cambio del compromiso de la patronal de no efectuar ajustes traumáticos de empleo.
Nadie niega que el sector está en una situación compleja pero a nadie se le escapa quiénes son los responsables de esta situación, casualmente los mismos que defienden a rajatabla la congelación salarial (ajena, claro está) y, a menos que nos tomen por idiotas, no pueden pretender que nos creamos que el futuro de las entidades depende de los recortes que puedan hacerse en nuestros salarios.
Mal vamos por ese camino, ya que instalados en estos ocurrentes argumentos cabe preguntarse: ¿Acabaremos pujando en E-Bay por nuestros puestos de trabajo?
Por otro lado:
¿No declararon las Cajas beneficios millonarios el ejercicio pasado?
¿Puede ser posible, entonces, que su viabilidad futura esté ligada al recorte salarial?
¿No sería lógico que si esto fuera cierto lo primero que tendrían que hacer los directivos, aparte de dar a conocer sus salarios, sus blindajes y demás gabelas adjuntas, sería dimitir inmediatamente como responsables directos de esta situación?.
En cuanto al supuesto compromiso por parte de la patronal de mantenimiento del empleo y de la no aplicación de medidas traumáticas en futuribles ajustes, cabe plantearse diversas cuestiones.
Por ejemplo, teniendo en cuenta que el IPC del año pasado fue un 2,4%, a aplicar sobre los salarios de 120.000 trabajadores, es fácil comprobar que mientras unos (los trabajadores) renunciaríamos a una cantidad apreciable de dinero, otros (la patronal) nos dan a cambio una serie de conceptos abstractos que no les comprometen a nada. Un saludo a la bandera pagado a precio de oro.
Por si alguien tiene dudas a este respecto, recordamos que, en el Convenio en vigor, el límite de la movilidad geográfica está establecido en 25 kilómetros, lo que no ha impedido que, con la firma del acuerdo laboral del SIP, podamos ser trasladados a cientos de kilómetros sin que lo que figure en el Convenio sirva para nada en absoluto (gracias a la complicidad de quienes todos sabemos).
En base a esta situación, y teniendo en cuenta nuestra experiencia más reciente
¿Alguien se cree el cuento de que en caso de un nuevo ajuste serviría para algo invocar de nuevo el espíritu del Convenio para impedir despidos colectivos?
Si estas cuestiones son tan simples y lógicas que los trabajadores de a pie y sindicalistas sin graduación (como es nuestro caso) podemos detectarlas sin hacer muchos esfuerzos, damos por sentado que quienes nos representan en la negociación del Convenio, cuya reconocida profesionalidad en lo suyo y cuyos quinquenios de antigüedad en estas lides son sobradamente conocidos, convenientemente aconsejados por sus asesores internos, externos y mediopensionistas, no caerán en la burda maniobra de la patronal y se negarán a aceptar una oferta tan lamentable y, aunque sea con bastantes meses de retraso, plantarán cara a quienes pretenden llevar a cabo semejante tomadura de pelo.
Muy suelta de cuerpo y con todo el atrevimiento del mundo, la patronal del sector propone, entre otras virguerías, congelación salarial, no devengo de trienios y paralización de los ascensos por antigüedad.
Para quienes trabajamos en nuestra caja ninguna de estas medidas es novedosa, ya que desde hace años (desde 1997 en Expansión y desde 1999 en el resto) nuestros salarios han sufrido recorte tras recorte y, entre complementos absorbibles, mochilas personales cada día más livianas, cambios de categorías sin repercusión salarial positiva y otras lindezas del estilo, hemos sufrido una brutal perdida de poder adquisitivo, justo en los años en que se anunciaban beneficios tremebundos y en que las cúpulas directivas, elevadas por la prensa del régimen atantolapágina a la categoría de Superhéroes de las Finanzas, incrementaban sus salarios de forma exponencial, intentando por todos los medios que no se conociese el importe de éstos, por motivos fácilmente explicables. Para mayor abundamiento sobre estos temas, recomendamos repasar las circulares de la Corriente (y también, porque no, echar un vistazo a las del resto de los sindicatos para informarse de lo que decíamos unos y callaban otros).
Lo que resulta asombroso es que, con la que está cayendo, con lo que se sabe (y con lo que nos suponemos) acerca de la maravillosa gestión de las cúpulas directivas y sus fabulosos salarios, sus increíbles blindajes y sus superlativos fondos de pensiones, se atrevan a plantear medidas de este tipo.
Más sorprendente aún resultan algunas ocurrencias que venimos escuchando acerca de aceptar la congelación salarial y otras medidas de recorte en base a la delicada situación del sector y a cambio del compromiso de la patronal de no efectuar ajustes traumáticos de empleo.
Nadie niega que el sector está en una situación compleja pero a nadie se le escapa quiénes son los responsables de esta situación, casualmente los mismos que defienden a rajatabla la congelación salarial (ajena, claro está) y, a menos que nos tomen por idiotas, no pueden pretender que nos creamos que el futuro de las entidades depende de los recortes que puedan hacerse en nuestros salarios.
Mal vamos por ese camino, ya que instalados en estos ocurrentes argumentos cabe preguntarse: ¿Acabaremos pujando en E-Bay por nuestros puestos de trabajo?
Por otro lado:
¿No declararon las Cajas beneficios millonarios el ejercicio pasado?
¿Puede ser posible, entonces, que su viabilidad futura esté ligada al recorte salarial?
¿No sería lógico que si esto fuera cierto lo primero que tendrían que hacer los directivos, aparte de dar a conocer sus salarios, sus blindajes y demás gabelas adjuntas, sería dimitir inmediatamente como responsables directos de esta situación?.
En cuanto al supuesto compromiso por parte de la patronal de mantenimiento del empleo y de la no aplicación de medidas traumáticas en futuribles ajustes, cabe plantearse diversas cuestiones.
Por ejemplo, teniendo en cuenta que el IPC del año pasado fue un 2,4%, a aplicar sobre los salarios de 120.000 trabajadores, es fácil comprobar que mientras unos (los trabajadores) renunciaríamos a una cantidad apreciable de dinero, otros (la patronal) nos dan a cambio una serie de conceptos abstractos que no les comprometen a nada. Un saludo a la bandera pagado a precio de oro.
Por si alguien tiene dudas a este respecto, recordamos que, en el Convenio en vigor, el límite de la movilidad geográfica está establecido en 25 kilómetros, lo que no ha impedido que, con la firma del acuerdo laboral del SIP, podamos ser trasladados a cientos de kilómetros sin que lo que figure en el Convenio sirva para nada en absoluto (gracias a la complicidad de quienes todos sabemos).
En base a esta situación, y teniendo en cuenta nuestra experiencia más reciente
¿Alguien se cree el cuento de que en caso de un nuevo ajuste serviría para algo invocar de nuevo el espíritu del Convenio para impedir despidos colectivos?
Si estas cuestiones son tan simples y lógicas que los trabajadores de a pie y sindicalistas sin graduación (como es nuestro caso) podemos detectarlas sin hacer muchos esfuerzos, damos por sentado que quienes nos representan en la negociación del Convenio, cuya reconocida profesionalidad en lo suyo y cuyos quinquenios de antigüedad en estas lides son sobradamente conocidos, convenientemente aconsejados por sus asesores internos, externos y mediopensionistas, no caerán en la burda maniobra de la patronal y se negarán a aceptar una oferta tan lamentable y, aunque sea con bastantes meses de retraso, plantarán cara a quienes pretenden llevar a cabo semejante tomadura de pelo.
¿A ti que te parece?
23 de enero de 2012