Terremoto en
las oficinas, presentación de resultados, epístola a los creyentes (y, sobre
todo, a los crédulos) del Consejero Delegado….
Traslados, mentiras y videoconferencias:
Continúa el sindiós de Liberbank
Hay una
frase célebre (atribuida a Churchill) que intenta explicar la permanente
situación de conflicto de la región balcánica: “los Balcanes producen más
historia de la que pueden digerir”
Análogamente,
podríamos resumir el permanente estado de zozobra y cabreo en que nos
encontramos la siguiente frase: “El Consejero Delegado de Liberbank produce más
mentiras de las que los trabajadores podemos digerir sin intoxicarnos gravemente”
El martes pasado, con la alevosía habitual y sin previo aviso, se
comunicaba a decenas de compañeros de las oficinas de Asturias el cambio de
destino y, en muchos casos, el cambio de denominación de su puesto, que pasaba
a ser Gestor Operativo, sin aclarar si dicho cambio llevaba consigo alguna
modificación negativa en el salario (esperemos que no, obviamente).
En algunos casos, este traslado llegaba al límite de los 25 kilómetros, una
clara represalia que, aunque tampoco ha sido aclarada (estos compañeros, tal
vez como compensación, se han ahorrado la patética llamada del jefe de zona para
venderles un supuesto futuro luminoso dentro de una supuesta carrera
profesional espectacular) pero que parece tener que ver con la utilización de
los PPC como herramienta de castigo, justo lo que los directivos de Liberbank
habían manifestado, incluso ante la Inspección de Trabajo, que no iba a
ocurrir. (se confirma que los directivos de Liberbank, desde el primero hasta
el último, mienten igual que orinan: con soltura, con finura y sin descomponer
la figura).
Ayer miércoles, se efectuó la presentación de resultados de la entidad.
Como es público y notorio, la contabilidad creativa y la falta de decoro permite
no sólo presentar resultados positivos o negativos cuando más convenga a los
planes de la alta dirección, sino incluso presentar resultados que sean
positivos (gracias a la gestión del Consejero Delegado) y negativos (para
aplicar recortes a los trabajadores) a la vez.
Sentada esa premisa que define este tiempo de pillaje que nos toca vivir,
la semana pasada, el abogado de la dirección aullaba en la Audiencia Nacional
sobre la lastimera situación económica del banco (“deme algo, primo”) que
impedía pagar lo que se nos había descontado ilegal e inmoralmente con el
primer ERE fraudulento y, ayer, se anunciaban unos resultados de 29 millones de
euros después de impuestos en el primer trimestre.
También ayer, al trajín habitual del primer día de pago de pensiones se
sumaba la penosa tarea de escuchar la penosa intervención por videoconferencia
del Consejero Delegado que, por si alguien tenía alguna duda (no es nuestro
caso, obviamente) dejó bien claro que, definitivamente, nos toma por idiotas.
Con la cutre estética habitual de Festival de la Canción de Bucarest 1973
(sólo faltaba el zoom de Valerio Lazarov), la intervención de ayer consistió en
la típica cháchara de neoliberal periférico, trufada de ridículos anglicismos
para pasmo de papanatas y pueblerinos, en la que, una vez más, la soberbia
intelectual (sin base alguna, a nuestro modesto entender) y la absoluta falta
de empatía y/o de cualquier mínimo atisbo de autocrítica no hizo más que
confirmar lo evidente: estamos en manos de gente que ni sabe, ni quiere ni es
capaz de efectuar una gestión mínimamente defendible de una entidad que llegó a
sus manos de la peor manera posible (aupados por lo más lamentable de la
política y el sindicalismo del régimen en Asturias) y al mando de la cual sólo
se ha preocupado de perpetuar su poder y los beneficios que dicha situación le
acarrea, mientras, una y otra vez, machaca a empleados y clientes sin ningún
tipo de escrúpulo.
En este momento de la circular, visto lo visto, te preguntamos lo siguiente:
¿consideras que lo que dice la CSI es demasiado fuerte (en las formas y/o en
el fondo)? ¿piensas que exageramos? ¿opinas que deberíamos decirlo más
suavemente? ¿te parece que lo que exponemos no se corresponde a la realidad que
estás viviendo? ¿crees que si tirásemos la toalla, nos calláramos o si (cómo
desearían tanto la dirección como los sindicatos del régimen) no existiésemos,
las cosas te irían mejor como trabajador de Liberbank y como trabajador en
general? O, por el contrario ¿eres de la opinión de que, con nuestras evidentes
limitaciones, desde la CSI decimos lo que hay que decir y, sobre todo, hacemos
lo que hay que hacer en estos amargos tiempos de tropelías financieras y
laborales?
Después de este intermedio reflexivo, continuamos.
A las videoconferencias del Consejero Delegado les pasa como a algunas series
televisivas: por su argumento (y en este caso, por la novedad) despiertan una
expectación que, al cabo de unos pocos episodios, da paso a la decepción y al
aburrimiento, por lo que tienen que efectuar algunos giros y algunos cambios en
el guion para intentar mantener la audiencia.
Ayer, el cambio más significativo vino en el turno de “preguntas”, dentro
del cual, unos supuestos empleados formulaban supuestas cuestiones que, en
realidad eran pases de balón para que el Consejero Delegado rematase brillantemente
a puerta (y si no entra el balón, ya se encarga el portero de empujar la pelota
para que entre).
Con la que está cayendo, estos supuestos empleados preguntaban por cosas
tan chiripitiflaúticas y de tan
acuciante interés cómo la estrategia a seguir para reducir la tasa de morosidad
y las palancas a utilizar para tal fin (¡!).
Extractando este disparatado monólogo disfrazado de preguntas y respuestas,
señalar que el Consejero Delegado, según él, respeta las sentencias judiciales
(sobre el ERE anulado), que no hay límites ni en número ni en tipología para la
transformación de las oficinas en agencias (a la rica oficina bancaria, que me
las quitan de las manos), que la nueva expansión, ahora en banca de empresas,
es el futuro (como decía de la anterior que resultó un pufo de dimensiones
históricas, con muchos puntos oscuros aún sin aclarar), que más que valorar el
esfuerzo de los trabajadores había que valorar su buen hacer (quiera esto decir
lo que quiera decir) y más y más palabras huecas y altisonantes para no decir
nada concreto.
Entre tanta palabrería inútil, se pretendió colar un asunto muy grave: Un
supuesto empleado plantea una oportuna (para los intereses del Consejero
Delegado) cuestión acerca la injusticia de que dos compañeros que realicen el
mismo trabajo tengan salarios distintos.
Ni en la pregunta (ni, obviamente, en la respuesta) se explica que esta
situación de disparidad salarial (muy acentuada en Caja de Asturias) se produce
gracias a que, desde su llegada en 1995 a la presidencia de Cajastur, la absoluta
prioridad del Consejero Delegado de Liberbank (junto con la de pegarse con
Loctite al sillón y a las canonjías consiguientes) fue rebajar los salarios de
los trabajadores mientras se incrementaba el suyo y que, gracias a la firma de
UGT y USO (y con el apoyo de sindicalistas reciclados hoy en otras siglas), los
compañeros ingresados después del nefasto acuerdo del 25 de enero de 1999 han
sufrido un recorte permanente de su salario (incrementado por la firma de los
ERES en la que nuevamente participan como cómplices activos sindicalistas de
los de entonces junto con nuevos adherentes a este modelo de traición
permanente y al lema “el que venga detrás, que se joda”).
Con aires de fingida preocupación moral, el Consejero Delegado (1.210
euros de salario al día, incluidos domingos y fiestas de guardar en 2017)
manifestó no estar de acuerdo con la falta de equidad (así tal cual) en la
estructura salarial de Liberbank y que, para remediarla, sería conveniente, una
vez integrada CCM, ir hacia un convenio de grupo, siempre que todas las partes
estuvieran de acuerdo.
Nuestra amplia experiencia nos dice que la equiparación salarial que
pretende el Consejero Delegado de Liberbank consiste en igualar por debajo (lo
más abajo posible) el salario de los trabajadores. Él gana lo que gana (todavía
no sabemos lo que ganaba en Cajastur cuando era cuestión supersecreta y
preguntar demasiado por ella era motivo de despido) porque lo vale y según su
propio criterio (como afirmaba en aquellos tiempos de su poder omnímodo) podría
y debería ganar más.
Visto este
abyecto discurso, que pretende enfrentar a unos trabajadores con otros para que
no estemos unidos contra el enemigo común, la pregunta que cabe es la
siguiente: ¿están los sindicalistas del régimen de Liberbank (ese grupo humano
en constante crecimiento) haciendo ejercicios de calentamiento de muñeca para
la firma a toda prisa de un convenio de grupo que recoja las inquietudes del Consejero
Delegado acerca de la equidad salarial para, una vez más, vendernos los
recortes como garantía de nuestros puestos de trabajo para que, si no lo
entendemos a la primera por nuestras carencias intelectuales, lo entendamos con
el transcurso de los años?
Esperemos que no, pero en todo caso, por parte de la CSI, a seguir en la
pelea.
Por la cuenta que nos trae a todos.
26 de abril de 2018