Coronavirus:
sobre nuestra salud,
el
teletrabajo y propuestas para el día
después
“Cuando
vuelvan los defensores de la anorexia del Estado y este sea de nuevo el reino
de los que encalan sus capitales en paraísos fiscales nos arrepentiremos de
todo lo que pudimos hacer y no hicimos. Pongámonos manos a la obra cuanto
antes.” El neoliberalismo resucitará. (Artículo de Juan
Carlos Escudier en el diario Público que, por su interés, reproducimos
íntegramente al final de la circular)
Ante la situación inédita
originada por la pandemia la prioridad absoluta de los representantes de los
trabajadores ha de ser, obviamente, la exigencia de medidas de protección de la
salud y de la vida de nuestros compañeros que, además, incluyen como consecuencia
la protección a nuestros clientes y constituyen una necesaria aportación a la
salud colectiva al evitar contagiarnos y convertirnos, a su vez, en focos de
expansión del contagio.
En ese sentido, nuestro
nivel de exigencia ante los problemas de los trabajadores y la agilidad en el
tratamiento de sus problemas y denuncias, ya sea mediante nuestros delegados en
el Comité de Seguridad y Salud o, en su caso, con las denuncias pertinentes
ante Inspección de Trabajo son cada día más necesarias porque el asunto al que
nos enfrentamos es muy serio y, ahora más que nunca, una actuación negligente
por parte de los sindicatos sería una traición imperdonable a los compañeros
que representamos, por mucho que haya
quienes pretendan presentar la actitud y las actuaciones de la CSI cara a la
defensa de los trabajadores como una muestra de irresponsabilidad y/o de falta
de compromiso ante la actual situación.
En
nuestro caso, recordamos que, al contrario que otros, nosotros somos
representantes de los trabajadores ante la empresa y no representantes de la
empresa y sus designios ante los trabajadores.
Por eso, continuamos en
nuestra línea de rigor y compromiso con nuestros compañeros, le pese a quien le
pese.
Rebuznan, luego
cabalgamos.
Una vez aclarados estos
extremos, hay situaciones generadas por la pandemia que también requieren una
actuación coherente por parte de la empresa y, sobre todo, requieren que, una
vez pasada esta situación (sea cuando sea) se aprenda de lo sucedido en estos
días para futuras actuaciones.
La conciliación de la
vida laboral y familiar tiene que ser un objetivo real que no sólo se quede en
bonitas palabras y en el mismo párrafo que se añade una y otra vez en los
acuerdos colectivos.
La empresa ha de mostrar
una voluntad real de que esta conciliación se lleve a cabo mediante la
flexibilidad horaria y no, como pretendía en su momento, mediante la reducción
de horario y salario para añadir a los recortes que llevamos sufriendo desde
hace años.
Respecto a cuestiones
que, más allá de la coyuntura urgente e inaplazable de estos días, deben ser
analizadas cara al futuro más inmediato, destaca el teletrabajo, una modalidad
laboral con muchas sombras y que, en todo caso, parte de una serie de
consideraciones que no son las que se están teniendo en cuenta por parte de la
dirección de Liberbank.
Entre otras cuestiones de
mínimos que es conveniente aclarar están las siguientes:
En
el teletrabajo, es la empresa la que debe proporcionar todos los medios para
que el trabajador pueda realizar su trabajo.
Tanto
el equipo informático como la conexión a la red, como la conexión telefónica y
el teléfono a utilizar, en su caso, deben ser proporcionados por la entidad.
El
horario ha de estar claramente tasado y ha de respetarse escrupulosamente el
derecho a la desconexión, sin que, como está pasando en algunos casos, se
pretenda que el trabajador debe estar “pendiente y disponible” en horario fuera
del establecido.
Obviamente, lo inesperado
de la situación ha hecho que los trabajadores que están en esta modalidad
laboral utilicen su ordenador, su conexión a la red (lo que genera problemas
con quienes no tienen estos elementos o los tienen limitados, por convivir con
personas que también deben utilizarlos para trabajar o para tareas escolares) e
incluso, su teléfono personal para realizar su trabajo.
Una muestra más de que,
al igual que siempre y más cuando
estamos atendiendo a los clientes en las oficinas en estos difíciles momentos,
no es la falta de compromiso de los trabajadores (más bien al contrario) sino
la nefasta política de personal de la dirección de Liberbank la que nos ha
llevado a la situación laboral tóxica que llevamos padeciendo desde hace
años.
Ahora
y cara al día después de la pandemia, al igual que el sector bancario tiene una
oportunidad única de ser parte de la solución y no del problema en base a su
actuación ante la brutal crisis económica y social que tenemos encima (con
posibilidades de nacionalización del sector o de algunas entidades) la
dirección de Liberbank tiene ahora la oportunidad de responder al compromiso de
los trabajadores con una serie de medidas que tienen una lógica absoluta y que
tendrá que tomar tarde o temprano como paso previo a la necesaria normalización
de las relaciones laborales en la entidad:
Anulación
inmediata de los recortes fraudulentos aplicados unilateralmente por la
dirección en vigor actualmente, que iban a ser juzgados en la Audiencia
Nacional este pasado 14 de abril y que, de momento, tiene nueva fecha de juicio
para el próximo 14 de julio.
Pago
inmediato de las cantidades pendientes de abonar a resultas de la anulación (en
base a la demanda de la CSI) del ERE fraudulento del 2013, retirando los
recursos de nula utilidad que ha presentado con la única intención de retrasar
unos pagos que va a tener que efectuar de todas las maneras.
Cumplimiento
de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias en base a la
demanda de la CSI que anula la congelación de las bandas salariales de los
trabajadores que ingresaron en Cajastur después del 25 de enero 1.999, mediante
el abono de las subidas de convenio estatal y la retirada del recurso al
Tribunal Supremo respecto al cual la Fiscalía del dicho tribunal ya se ha
pronunciado, dando la razón a la CSI y avalando la sentencia del TSJA.
Una vez más, la pelota
está en el tejado de la dirección de Liberbank.
Puede aprovechar la coyuntura
actual para enderezar su nefasto rumbo o empecinarse en continuar en su errada
trayectoria de agresión permanente a los trabajadores.
Hagan lo que hagan, desde
la CSI seguimos en la pelea.
Por la cuenta que nos
trae a todos.
Para
cualquier incidencia o consulta, poneros en contacto con los delegados del
sindicato.
Seguiremos informando.
20 de abril de 2020
El neoliberalismo
resucitará
Juan Carlos Escudier
Diario Público17/04/2020
La gran víctima del
coronavirus ha sido el neoliberalismo y sus afligidos deudos están llevando el
luto muy malamente. Se preguntan perplejos cómo es posible que estando en la
flor de la vida, con una salud de hierro forjado y con un esplendoroso futuro
de recortes y reformas estructurales por delante nos haya dejado así, de
sopetón, sin siquiera haber tenido tiempo de exponer ante notario sus últimas
voluntades. La vida es así de dura: hoy doctrina económica imbatible y mañana
‘estauta’. Siempre se van los mejores. Tanta paz lleve como descanso deja.
Los seguidores del
difunto están muy desconcertados porque el mundo en el que creían se viene
abajo. Ahora que el Estado estaba acorralado y la única duda era conocer el
momento exacto de su rendición, el leviatán ha resurgido y ha empezado a
zamparse dogmas y a hacer avioncitos de papel con la deuda y el déficit
público, animado además por algunos conversos que se han pasado al enemigo sin
derramar una sola lágrima y recomiendan gastar como si no hubiera un mañana. Es
el fin de los días, el del libre mercado, de los cinturones apretaditos, el de
los impuestos bajos que tanto bien hacían a los que ignoraban lo que era la
Sanidad pública porque hasta para extirparse un grano en el culo viajaban a Houston
en jet privado y el de esa salvífica austeridad que propugnaban los que en una
hora ganaban más que todos sus empleados juntos en un mes.
El primer signo del
Apocalipsis, la primera de sus trompetas, ha sonado al ritmo del ingreso mínimo
vital que se dispone a aprobar el Gobierno para que los muertos de hambre o,
mejor dicho, los que no tienen dónde caerse muertos, disfruten de una pequeña
porción de la sopa boba que ingerían algunos parados y esos pensionistas que
por el simple hecho de haber cotizado durante cuarenta años se creían con
derecho a seguir cobrando hasta hacerse nonagenarios sin dar un palo al agua.
¿Dónde quedó aquello de que para contratar más había que despedir barato? ¿Qué
fue de lo de trabajar más por menos dinero? ¿Por qué se han olvidado tan pronto
las nefastas consecuencias de vivir por encima de nuestras posibilidades, con
lo que costó inculcarlo mientras se refundaba el capitalismo? ¿Nadie es
consciente de que en una sociedad moderna, aunque con guantes y mascarillas, no
hay lugar para tanto ocioso?
Viendo que era imposible
luchar contra los elementos porque la tormenta tiene muy desguazado el velamen,
los que aún guardan la llama neoliberal como si se tratara de la antorcha
olímpica se han aplicado a desacreditar la iniciativa por el único flanco en el
que veían posible arañar el muro: la división en el Ejecutivo sobre el momento
de poner en práctica esta renta mínima. Así han concluido que habiéndose
impuesto los partidarios de acelerar su aprobación, es decir Iglesias y los
suyos, o, lo que es lo mismo, los populistas bolivarianos, estamos
necesariamente ante una medida totalitaria y comunista que, para colmo, no se
asienta sobre una caridad temporal sino que aspira a institucionalizarse como
un derecho. Así de perverso es este tipo de comunismo.
Desolados como están por
la terrible pérdida, los neoliberales mantienen todavía alguna esperanza en la
resurrección de su pensamiento, sino es al tercer día quizás al tercer año, y
el ingreso mínimo les subleva. ¿Cómo vamos a bajar los impuestos en el futuro
si hay que mantener a la actual pandilla de indigentes y los que se vayan
sumando a ella? Y lo que es más grave aún: ¿quién se atrevería, si no es el
mismísimo Aznar con su pelazo sin canas, a quitar el caramelo al niño una vez
que lo tenga en la boca?
Como todo en la vida
tiene su némesis y el comunismo es altamente infeccioso, hay quienes opinan que
la renta mínima no puede demorarse, y que mayo, como parece estar previsto en
el BOE, pero que será junio o julio en la vida real, queda demasiado lejos por
eso de que las neveras no se rellenan por arte de magia y solemos tener la mala
costumbre, incluso estos contemplativos vividores, de hacer alguna comida al
día. Y aunque ya sea una costumbre que el ministro Escrivá se entere por la prensa
de determinadas cosas, una que tendría que grabarse a fuego es que no hay
paciencia que contenga los retortijones de estómago. No es este un capítulo más
de la emergencia sanitaria; es una urgencia vital que siempre ha estado ahí
pese a que miráramos hacia otro lado.
Es el momento de
apuntalar a toda prisa el nuevo Estado del Bienestar porque no es descabellado
que cuando la barra libre del gasto se acabe, que lo hará más temprano que
tarde, el neoliberalismo apartará la tierra que ahora le cubre y echará a
correr como Lázaro en busca de algo que llevarse a la boca. Embestirá sin
piedad contra todo aquello que no esté suficientemente cimentado porque el
dinero es el lobo feroz del cuento que derriba las casas de paja y madera de
todos los cerditos que malviven de la protección oficial.
Cuando vuelvan los
defensores de la anorexia del Estado y este sea de nuevo el reino de los que
encalan sus capitales en paraísos fiscales nos arrepentiremos de todo lo que
pudimos hacer y no hicimos. Pongámonos manos a la obra cuanto antes.