Los Desastres de Un Acuerdo Lamentable
Comisión de Seguimiento
Cada día que pasa queda más claro que la firma del Acuerdo Laboral del SIP constituye una autentica chapuza que sólo responde a los intereses de la patronal y que, en lo que a los trabajadores nos concierne, demuestra la mezcla de servilismo a sus jefes de dentro y fuera de las Cajas, la desidia y/o la falta de ganas de trabajar de los dirigentes sindicales que, en nuestro nombre y sin consulta previa o posterior, firmaron dicho engendro.
Dado que leyendo algunas circulares recientes puede parecer que dicho acuerdo es consecuencia del agujero en la capa de ozono de la atmósfera terrestre, es bueno recordar que los dirigentes de UGT, CCOO y CSICA de nuestra Caja participaron en todo el proceso negociador, después de apoyar la expulsión de otros sindicatos (la CSI, sin ir más lejos) y firmaron el acuerdo referido, por lo que no cabe por su parte alegar desconocimiento en la falta de concreción de muchos de sus apartados y en las nefastas consecuencias que va a tener su desarrollo en otros.
Actualmente nos encontramos empantanados con las prejubilaciones, mientras avanza a marchas forzadas el proceso de reconversión/privatización con su corolario de destrucción de empleo y siguen sin aclararse los motivos por los cuales se le entregó a la patronal la potestad para trasladarnos a cualquier lugar del territorio nacional sin necesidad de justificar motivo alguno.
Ahora, según nos comunican por triplicado UGT CCOO y CSICA, van a arreglar las vaguedades que firmaron en materia de prejubilaciones mediante la reunión de la Comisión de Seguimiento del Acuerdo, verdadero Ungüento Amarillo y/o Bálsamo de Fierabrás que remedia todos los males laborales del universo mundo.
Lejos de esta visión optimista y chiripitifláutica acerca de las posibilidades de actuación dentro de dicha Comisión, recordamos que su composición es la siguiente: 8 representantes por los sindicatos firmantes y 8 por parte de la patronal, por lo que, a menos que alguno de los representantes de las direcciones de las Cajas se ponga del lado de los trabajadores (cosa que en los últimos 130 años no suele suceder, más bien al contrario), no se podrá tomar ninguna decisión que no interese a dicha patronal.
No cabe duda que el interés de quienes pilotan este acelerado proceso de privatización consiste en distraer la atención de los afectados con sus absurdas maniobras en torno a las prejubilaciones, en tanto se oculta la transcendencia del resto de lo acordado entre las cúpulas directivo/sindicales. Mientras nos entretienen con emotivas historias de amor y desamor entre la dirección y los sindicatos del régimen, los trabajadores seguimos sin recibir la mínima explicación acerca de los motivos reales del apoyo sindical a la privatización de nuestras cajas y a medidas tan absolutamente intolerables como los Traslados Express.
Considerando la actual situación, planteamos las siguientes cuestiones:
¿Leyeron los sindicalistas firmantes del acuerdo laboral del SIP el contenido de dicho acuerdo antes de su firma?
¿Lo leyeron después?
¿Firmaron en blanco siguiendo las instrucciones perentorias de sus cúpulas sindicales y de la patronal (válgase la redundancia)?
¿Van a explicarnos en vivo y en directo en algún momento de este milenio los motivos de su firma y las ventajas que han conseguido para los trabajadores gracias a su acreditada pericia negociadora o van a seguir agazapados hasta la próxima campaña electoral?
08 de Febrero de 2011
P.D.: Teniendo en cuenta que, durante la negociación del acuerdo laboral del SIP, uno de los principales caballos de batalla de los sindicatos finalmente firmantes consistió en la adjudicación de liberados sindicales adicionales a los que ya tienen para que se dedicasen en exclusiva a este proceso negociador y en la financiación de asesores para cada uno de estos sindicatos con vistas también a la negociación y visto el lamentable resultado final de todo el esfuerzo y la sapiencia de dichos liberados y asesores, nos preguntamos lo siguiente:
¿A qué se dedicaron los liberados sindicales y los asesores internos, externos y con derecho a cocina que con tanto ardor reivindicaron y finalmente consiguieron los sindicatos negociantes?
¿No hubiera sido mejor dedicar esas energías reivindicativas a defender el modelo social de las cajas, oponerse a la privatización y negociar un acuerdo que definiese claramente nuestro futuro (tanto de los que pueden irse como de los que nos quedamos) sin ambigüedades y sin añadir más incertidumbres a una situación ya de por sí complicada?